30 ago 2010

Libros y biografía de Montale -

Libros publicados

Poesía

Ossi di seppia, (Huesos de jibia), 1925

Le occasioni, (Las ocasiones), 1939

La bufera e altro, (La tempestad y otros poemas), 1956

Satura, 1971

Diario dei ‘71 e dei ‘72, (Diario del 71 y el 72), 1973

Quaderno di quattro anni, (Cuaderno de cuatro años), 1977

Altri versó, (Otros versos), 1981

La casa dei doganieri e altre versó, (La casa de los aduaneros y otros versos), 1932

Finisterre, 1943

Accordi & pastelli, (Acordes y pasteles) 1962

Xenia, 1966

Il poeta/Diario, (El poeta/Diario), 1972

Otto poesie, (Ocho poesías), 1975
Prosa

Farfalla di Dinard, (Mariposa de Dinard), 1956

Auto da fe, (Auto de fe), 1966

Fuori di casa, (Fuera de casa), 1969

Nel nostro tempo (En nuestro tiempo), 1972

Sulla poesia, (Sobre la poesía), 1976

I miei scritti sul “Mondo” (da Bonsanti a Pannunzio), 1981
Traducciones de poesía

Quaderno di traduzioni, (Cuaderno de traducciones), 1948

Diario póstumo
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Eugenio Montale
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POEMAS


LOS LIMONES

Óyeme, los poetas laureados
se mueven solamente entre las plantas
de nombres poco usados: boj, ligustros o acantos.
Yo, para mí, amo las calles que conducen
a las herbosas zanjas donde en charcos
casi secos acechan los muchachos
alguna enjuta anguila:
los senderos que siguen los ribazos
bajan ente el penacho de las cañas
y llevan a los huertos, entre los limoneros.

Mejor si la algazara de los pájaros
se apaga devorada por el cielo:
más nítido se escucha el susurrar
de las ramas amigas al aire casi inmóvil,
y las sensaciones de este olor
que no sabe separarse del suelo
y llueve en el pecho una dulzura inquieta.
Aquí, de las pasiones apartadas
por milagro calla la guerra,
aquí también a los pobres nos toca nuestra parte
de riqueza
y es el olor de los limones.

Mira, en estos silencios en que las cosas
se abandonan y parecen muy próximas
a traicionar su último secreto,
a veces esperamos
descubrir un error de la Naturaleza,
el punto muerto del mundo, el eslabón perdido,
el hilo que al desenredarlo finalmente nos ponga
en el centro de una verdad.
La mirada sondea a su alrededor,
la mente indaga, concuerda, desune
en el perfume que se propaga
cuando más languidece el día.
Son los silencios en los que se ve
en cada sombra humana que se aleja
alguna perturbada Divinidad.

Mas desfallece la ilusión y el tiempo nos devuelve
a las ciudades rumorosas donde el azul se muestra
solamente a retazos, en lo alto, entre molduras.
Después, la lluvia cansa el suelo; se espesa
el tedio del invierno sobre las casas,
la luz se torna avara, amarga el alma.
Hasta que un día, a través de un portón mal cerrado,
entre los árboles de un patio
se nos aparece el amarillo de los limones,
y se deshiela el corazón
y retumban en nuestro pecho
sus canciones
las trompas de oro del esplendor solar.



EN EL SILENCIO

Hoy hay huelga general.
No pasa nadie por la calle.
Sólo una radio portátil al otro lado de la pared.
Alguien debe vivir allí desde hace algunos días.
Me pregunto qué pasará con la producción.
La misma primavera tarda bastante en producirse.
Anticipadamente, han a apagado la calefacción.
Se han dado cuenta de que es inútil el servicio postal.
No es un gran mal el retraso de las funciones normales.
Es fatal que algún engranaje no engrane.
Hasta los muertos están agitados.
También ellos forman parte del silencio total.
Tú estás bajo una lápida. De nada vale despertarte
pues siempre estás despierta. Incluso hoy,
que hay sueño
universal.



SESTEAR PÁLIDO Y ABSORTO...

Sestear pálido y absorto
junto al muro ardiente de un huerto;
escuchar entre espinos y zarzas
chasquidos de mirlos, susurros de víboras.

En las grietas del suelo o en la algarroba
espiar las filas de rojas hormigas
que se rompen o se entrecruzan
en la cima de minúsculas parvas.

Observar entre ramajes el palpitar
lejano de escamas de mar
mientras se elevan trémulos chillidos
de cigarras desde calvos montes.

Y caminando bajo el sol que deslumbra
sentir con triste maravilla
como es la vida entera y su penuria
en este andar bordeando una muralla
que encima tiene trozos filosos de botella.



LA CASA DE LOS ADUANEROS

Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre el barranco a pico de la escollera.
Desolada te espera desde la noche
que en ella entró el enjambre de tus pensamientos
e inquieto se detuvo

El viento bate hace años los viejos muros
y no es alegre ya el sonido de tu risa;
la brújula se mueve enloquecida al acaso
y el azar de los dados ya no es más favorable.
Tú no recuerdas; otro tiempo distrae
tu memoria; un hilo se devana.

Aún sostengo un extremo; mas se aleja
la casa y sobre el techo la veleta
ennegrecida gira sin piedad.
Tengo un extremo; pero tú estás sola,
ni respiras aquí en la oscuridad

¡Oh el horizonte en fuga, donde se enciende,
rara, la luz del petrolero!
¿El paso es éste? (Nuevamente el oleaje
pulula sobre el barranco que se parte...)
Tú no recuerdas ya la casa de esta
noche mía. Y no sé quién se va ni quién se queda.



POEMA 5 DE XENIA II

Del brazo tuyo he bajado por lo menos un millón
de escaleras
y ahora que no estás cada escalón es un vacío.
También así de breve fue nuestro largo viaje.
El mío aún continúa, mas ya no necesito
los trasbordos, las reservaciones,
las trampas, los oprobios de quien cree
que lo que vemos es la realidad.

He bajado millones de escaleras dándote el brazo
y no porque cuatro ojos puedan ver más que dos.
Contigo las bajé porque sabía que de ambos
las únicas pupilas verdaderas, aunque muy empañadas
eran las tuyas.



TAL VEZ UNA MAÑANA

Tal vez una mañana caminando por un aire de vidrio,
árido, volviéndome, veré hacerse el milagro:
la nada a mis espaldas, el vacío detrás
de mí, con terror de borracho.

Luego, como en una pantalla, se detendrán de pronto
colinas, casas, árboles para el común engaño.
Pero será muy tarde, y yo me iré callado
en medio de los hombres que no se vuelven,
con mi secreto.


Los poemas fueron traducidos por Horacio Armani