20 gen 2011

Giovanni Pascoli

Giovanni Pascoli


Giovanni Pascoli.Giovanni Pascoli (San Mauro di Romagna (Forlí), 31 de diciembre de 1855 - Castelvecchio di Barga, Bolonia, 6 de abril de 1912) está considerado como uno de los mayores poetas italianos de finales del siglo XIX.

Su poesía está caracterizada por una métrica formal en endecasílabos, sonetos y tercetos encadenados de gran simplicidad. A este clasicismo de la forma externa hay que unir el gusto por las lecturas científicas, a las cuales se debe su afición por los temas cósmicos y la precisión del léxico botánico y zoológico utilizado. Pascoli supo renovar los contenidos de la poesía tocando temas que hasta entonces habían sido evitados, y fue capaz de hacer comprender con su mensaje poético el placer de las cosas sencillas vistas con la sensibilidad infantil que cada uno lleva dentro de sí.

Durante toda su vida Pascoli fue un personaje melancólico, resignado a los sufrimientos de la vida y a las injusticias de la sociedad, convencido de que la sociedad que dominaba en su época era demasiado fuerte para ser vencida. A pesar de ello supo conservar un profundo y fraternal sentido de la humanidad. Una vez que el mundo racional y ordenado en el que creían los positivistas se hubo derrumbado, el poeta, enfrentándose al dolor y al mal que dominan en la Tierra, recuperó el valor ético del sufrimiento, que de tal forma consuela y eleva a los humildes e infelices, que los hace capaces incluso de perdonar a sus propios perseguidores.

"El poeta es poeta, no orador o predicador, ni filósofo, ni historiador, ni maestro, ni tribuno o demagogo, ni hombre de estado o de corte. Y ni mucho menos es, aun con la venia del maestro, un herrero que forje espadas, escudos o celadas; y ni mucho menos es, con la venia de tantos otros, un artista que pula y cincele el oro que otros le surtan. Para conformar un poeta valen infinitamente más su sentimiento y su mirada que el modo con el cual transmita a los otros el uno y la otra. " (G. Pascoli - de "El muchachillo" (Il fanciullino))



1 Infancia y juventud
2 El microcosmos pascoliano
3 La formación literaria
4 El interés por el mundo infantil
5 La poesía como mundo que protege del mundo
6 Myricae
7 El poeta y el muchachito
8 Bibliografía
8.1 Obras propias
8.2 Obras sobre Pascoli
9 Enlaces


Infancia y juventud
Hay pocos escritores a los que, como a Pascoli, las vivencias de su primera juventud les hayan determinado tanto el desarrollo creativo en su madurez. Parece incluso imposible comprender el verdadero significado de gran parte – y seguramente la parte más importante – de su producción poética si se ignoran sus dolorosos y tormentosos presupuestos biográficos y psicológicos, los cuales él mismo reorganizó como sistema semántico sobre el que construir su propio mundo.

Giovanni Pascoli nace el 31 de diciembre de 1855 en San Mauro de Romagna (provincia de Forlí), siendo el cuarto hijo de una familia con diez hermanos. El padre, Ruggero, era administrador de la finca "La Torre", perteneciente a los príncipes de Torlonia. El ambiente familiar, de tipo patriarcal y ligado tradicionalmente a los agrestes valores de la cultura rural, le dio gran serenidad y firmeza de carácter. A los doce años comenzó a frecuentar el liceo Rafael de Urbino, muy conocido en los Estados Pontificios y en la vecina Emilia-Romaña, regiones estas de antigua tradición humanística.

El 10 de agosto de 1867 su padre es asesinado a tiros mientras volvía a casa desde Cesena. Tanto las razones como los autores del delito permanecieron para siempre oscuros, al menos oficialmente, dejando este suceso traumático honda huella en la vida del joven Giovanni.

La familia comienza entonces a perder su nivel económico, sufriendo además una impresionante serie de nuevos lutos que la disgregan: obligados a abandonar la finca, el año siguiente morían su madre y su hermana Margherita; en 1871 su hermano Luigi y en 1876 el hermano mayor, Giacomo, el cual había intentado reconstruir la unidad familiar. Pascoli tuvo que abandonar el liceo de Urbino, pero pudo continuar sus estudios en Florencia gracias al interés de uno de sus profesores.

Durante sus estudios en el liceo realiza algunas composiciones ocasionales en verso, con motivo de los ejercicios de retórica al uso en aquel tiempo en los estudios religiosos. Seguramente la fantasía de Pascoli comenzaba ya a elaborar, en su mundo interior, todas las impresiones ambientales y sentimentales que la tragedia familiar había descargado sobre él.

En la biografía que nos ha dejado su hermana María, titulada “A través de la vida de Giovanni Pascoli”, el futuro poeta está representado como un muchacho sensato y vivaz, cuyo carácter no ha sido todavía alterado por las desgracias; durante años, ciertamente, su actitud parece voluntariosa y tenaz, decidido a terminar el liceo y encontrar el modo de realizar sus estudios universitarios (a pesar de su empeño, siempre frustrado, de buscar y castigar al asesino de su padre).

El punto de inflexión en su vida llega con su detención y posterior ingreso en la prisión de Bolonia, después de una redada de la policía entre los socialistas que habían organizado una manifestación contra el gobierno a causa de la condena del anarquista Filippo Passanante. Este aislamiento forzado, después de la revolucionaria experiencia de la universidad y de su compromiso político en los movimientos de izquierda, lo impulsan a reflexionar. Y es en este momento donde la crítica histórica registra lo que se ha conocido como la regresión infantil de Pascoli.

El microcosmos pascoliano

En el mundo literario italiano de los últimos dos siglos aparece recurrentemente la contraposición antagónica entre el mundo urbano y el rural, considerados ambos como portadores de valores opuestos; mientras que el campo aparece siempre como el “paraíso perdido” de los valores culturales y morales, la ciudad deviene símbolo de una condición humana maldita y desnaturalizada, víctima de la degradación moral causada por un ideal de progreso puramente materialista.

Esta contraposición puede interpretarse tanto a la luz del retraso económico y cultural de gran parte de Italia respecto al resto de naciones europeas, como a consecuencia de la división política y de la falta de una gran metrópoli unificadora como lo son París en Francia o Londres en el Reino Unido.

Los temas poéticos de la “tierra”, de la “aldea”, del “humilde pueblo” que aparecen hasta el final de la Primera Guerra Mundial no hacen sino repetir el sueño de la pequeña y lejana patria perdida, la cual el ideal unitario surgido a partir de la reunificación italiana no ha podido apagar del todo.

Pascoli contribuyó decisivamente a la continuación de esta tradición, si bien sus motivos no fueron los típicamente ideológicos del resto de escritores, sino que nacen de raíces más íntimas y subjetivas.

Obligado a causa de su profesión de profesor universitario a trabajar en ciudades, aunque no fueran éstas ciertamente metrópolis asfixiantes (Bolonia, Florencia y Mesina, donde enseñó durante algunos años y compuso algunos de sus mejores poemas, como por ejemplo el “Aquiles”), él nunca residió en ellas, preocupándose siempre del modo de garantizarse una “vía de escape” hacia su propio mundo de origen: el campo.

Puede decirse, además, que la vida moderna de la ciudad no entró nunca, ni siquiera como antítesis o contrapunto polémico, en la poesía pascoliana; él, en cierto sentido, no salió nunca de su mundo, el mundo que constituye el único gran tema de toda su producción literaria: una especie de microcosmos encerrado en sí mismo, como si el poeta quisiera defenderlo de un amenazador desorden externo, un mundo que sin embargo permanece innominado y oscuro, privado de referentes y de identidad, tal y como quedó el asesinato de su padre.

Sobre la ambigua y atormentada relación con sus hermanas (ese mundo familiar que bien pronto conformaría todo su mundo poético) el poeta Mario Luzi ha escrito con extrema claridad:


«De hecho se encuentra en los tres que la desgracia ha dividido y luego reunido una especie de fantasías y mistificaciones infantiles, en las cuales Ida sólo es cómplice en parte. Para Pascoli se trata en todo caso de una verdadera y propia regresión al mundo de los afectos y los sentidos, anterior a la responsabilidad; a ese mundo del que había sido expulsado violentamente y demasiado pronto. Podemos descubrir dos movimientos concurrentes: uno, casi paterno, que le sugiere reconstruir con fatiga y piedad el nido edificado por los padres, investirse del papel paterno, imitarlo. Otro, de naturaleza bien diferente, que le impulsa al contrario a encerrarse allí dentro con las hermanas pequeñas que son las que mejor le garantizan el regreso a la infancia, excluyendo de hecho, a veces con dureza, a los otros hermanos. En la práctica Pascoli defiende el nido con sacrificio, pero también lo opone voluntariosamente a todo lo demás: no es sólo su cura sino también su medida del mundo. Todo aquello que tienda a separarlo de él en cualquier modo lo hiere; otras dimensiones de la realidad no le parecen, positivamente, aceptables. Para hacerlo más seguro y profundo lo aleja de la ciudad, lo sitúa entre los montes de la Garfagnana donde puede sobre todo mimetizarse con la naturaleza.» (M. Luzi, en “Giovanni Pascoli”)

La formación literaria
El momento crucial en la formación literaria de Pascoli se produce durante los nueve años transcurridos en Bolonia como estudiante de la facultad de Letras (de 1873 a 1882). Discípulo del Carducci>, Pascoli vivió en el restringido círculo creado en torno al gran poeta los años más excitantes de su vida. Aquí, protegido de todas formas por la natural dependencia entre maestro y discípulo, Pascoli no tuvo necesidad de alzar muros que evitasen la confrontación con la realidad, limitándose a cumplir las indicaciones y modelos de su plan de estudios: los clásicos, la filología y la historia de la literatura italiana.

En 1875 pierde la beca y con ella el único medio de sustento con el que podía contar el poeta. La frustración y el desánimo lo empujan hacia el movimiento socialista en el que sería el único y breve paréntesis político de su vida
. En 1879 es arrestado y absuelto después de tres meses de cárcel; el posterior sentimiento de injusticia y la desilusión le llevaron a refugiarse en el aura de orden que rodeaba al maestro Carducci, finalizando sus estudios con una tesis sobre el poeta griego Alceo.

Al margen de sus estudios propiamente dichos, Pascoli realizó una vasta exploración del mundo literario y científico extranjero, a través de las revistas francesas especializadas como la “Revue des deux Mondes”, que lo pusieron en contacto con la vanguardia simbolista, y con la lectura de los escritos científico-naturalistas de Jules Michelet, Jean Henri Fabre y Maurice Maeterlinck.

Estos textos utilizaban la descripción naturalista – sobre todo la vida de los insectos, a causa de la atracción por el microcosmos característica del romanticismo decadente de final de siglo XIX – en clave poética; la observación se iniciaba gracias a los más recientes logros científicos como el perfeccionamiento del microscopio y los nuevos métodos experimentales, pero posteriormente se filtraba literariamente a través de un estilo lírico en el cual dominaba la sensación maravillosa y la fantasía.

Era una posición positivista romántica que tendía a ver en la naturaleza los aspectos pre-conscientes del mundo humano. Coherentemente con estos intereses le llegó también el interés por la llamada “filosofía del inconsciente” del alemán Eduard von Hartmann, la obra que inició la línea interpretativa de la psicología en sentido anti-mecanicista que condujo al psicoanálisis freudiano.

El interés por el mundo infantil
Es evidente, a partir de las lecturas anteriores (a la que hay que incluir la obra sobre psicología infantil del inglés James Sully) la atracción de Pascoli hacia el “pequeño mundo” de los fenómenos naturales y psicológicamente elementales que tan fuertemente caracterizarán toda su poesía. Y no sólo la suya.

Durante todo el Ottocento en la cultura europea se había desarrollado un particular culto hacia el mundo de la infancia, primero genéricamente en un sentido pedagógico y cultural, y después, hacia el final del siglo, con un cada vez más acentuado interés psicológico.

El romanticismo había ensalzado, siguiendo la estela de Gianbattista Vico y de Jean-Jacques Rousseau, la infancia como el estado natural primordial de la humanidad, entendiéndola como una especie de “edad de oro”. Hacia los años 80 se comenzó, en cambio, a analizar de modo más realista y científico la psicología de la infancia, desplazando la atención hacia el niño como individuo en sí, caracterizado por una propia realidad referencial. Así, la literatura infantil había producido en menos de un siglo una cantidad considerable de libros que constituyeron una verdadera literatura de masas hacia finales del siglo XIX. Libros para niños, como las innumerables colecciones de fábulas y cuentos, los de los hermanos Grimm en 1822, de Hans Christian Andersen en 1872, de John Ruskin en 1851, de Oscar Wilde en 1888 o como la obra maestra de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas, en 1865; libros de aventuras adaptados a la infancia, como las novelas de Julio Verne, Rudyard Kipling, Mark Twain, Emilio Salgari o Jack London; o libros sobre la infancia con intencionalidad moralista o educativa como Sin familia de Hector Malot en 1878, El pequeño Lord Fauntleroy de F.H. Burnett en 1886, Mujercitas de Louise May Alcott en 1869 y los conocidísimos Corazón de Edmundo de Amicis en 1866 y Pinocho, de Carlo Collodi en 1887.

Todo esto nos sirve para reconducir, naturalmente, la teoría pascoliana de la poesía como intuición pura e ingenua, expresada en la “poética del muchachito” (Il Fanciullino), como el reflejo de un vasto ambiente cultural europeo perfectamente maduro para acoger su propuesta poética. En este sentido no puede hablarse propiamente de novedad, sino sobre todo de la sensibilidad con que él supo aprovechar un gusto difuso y un interés ya educado traduciéndolo en una poesía de una calidad como no se había visto en Italia desde la época de Giacomo Leopardi.

La poesía como mundo que protege del mundo
Tras su graduación en Bolonia en 1882, da comienzo su carrera de profesor de latín y griego en los liceos de Matera y de Massa. Allí quiso llevarse con él a sus dos hermanas menores, Ida y María, con las que intentó reconstruir el primitivo núcleo familiar. De 1887 a 1895 enseño en Livorno.

Mientras tanto comienza su colaboración con la revista “Vita Nuova”, en la que se publican las primeras poesías de su obra Myricae (de la cual se harían cinco ediciones hasta 1900). Vence, además, por trece veces consecutivas, la medalla de oro en el concurso de poesía latina de Ámsterdam con el poema “Veianus” y con sucesivos “Carmina”. En 1894 es llamado a Roma para colaborar en el ministerio de Instrucción Pública; en la capital publica la primera versión de los “Poemas cordiales” (Poemi conviviali): Gog y Magog.

En 1895 se muda junto con su hermana María a la casa de Castelvecchio, la cual convierte en su residencia habitual.

Las transformaciones políticas y sociales que agitaban los años del fin de siglo y preludiaban la catástrofe bélica europea y el advenimiento del fascismo, llevaron progresivamente a Pascoli, ya emotivamente afectado por el fracaso de su tentativa de reconstrucción familiar, a un estado de inseguridad y pesimismo todavía más marcado.

En 1899 escribió al pintore De Witt: «En el mundo no hay sino mucho dolor y misterio; pero en la vida simple y familiar y en la contemplación de la naturaleza, especialmente en la campiña, encontramos un gran consuelo, el cual no basta sin embargo para liberarnos de nuestro inmutable destino».

En esta contraposición entre la exterioridad de la vida social (y ciudadana) y la interioridad de la existencia familiar (y rural) se encuentra la idea dominante – junto al tema de la muerte – de la poesía pascoliana.

De su casa de Castelvecchio, dulcemente protegida de los bosques de la Garfagnana junto a la villa medieval de Barga, Pascoli no salió ya nunca (psicológicamente hablando) hasta el momento de su muerte.

A pesar de continuar trabajando intensamente en la publicación de poemas y ensayos, y de aceptar en 1905 suceder a Carducci en la cátedra de la Universidad de Bolonia, Pascoli nos ha dejado al mundo una visión unívocamente restringida a un “centro”, representado éste por el misterio de la naturaleza y la relación entre el amor y la muerte.

Parece como si, superado por una angustia imposible de dominar, el poeta hubiera encontrado en la herramienta intelectual de la composición poética el único medio de restringir los miedos y fantasmas de la existencia en un recinto bien delimitado, fuera del cual fuera posible continuar una vida con relaciones humanas normales. En este “recinto” poético trabajó con un extraordinario empeño creativo, construyendo toda una serie de versos y formas que no se habían visto, con tal complejidad y variedad, desde los tiempos de Gabriello Chiabrera.

Esta búsqueda sofisticada, artificiosa y elegante de las estructuras métricas elegidas por Pascoli – una mezcla de eneasílabos, pentasílabos y cuatrisílabos en una misma composición – ha sido interpretada como un paciente y atento trabajo de organización racional de la forma poética surgida de contenidos psicológicos deformes e incontrolables procedentes del inconsciente. En resumen, exactamente lo contrario de lo que los simbolistas franceses y otras vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX defendían en su concepción de la espontaneidad expresiva.

Aunque la última fase de la producción pascoliana es rica en temáticas sociopolíticas (Odas e himnos en 1911, los póstumos Poemas itálicos y Poemas del Renacimiento, o el célebre discurso La gran Proletaria se ha movido de 1911 con ocasión de una manifestación a favor de los heridos en la guerra de Libia) no hay duda de que su obra más significativa está representada por los volúmenes poéticos que comprenden la colección de Myricae y los Cantos de Castelvecchio de 1901. Todo el mundo de Pascoli está allí: la naturaleza como lugar del alma desde el cual contemplar la m'uerte como recuerdo de los lutos privados.

«¿ Demasiado, tanta muerte? Pero la vida, sin el sentimiento de la muerte, sin, esto es, religión, sin aquello que nos distingue de los animales, es un delirio, intermitente o continuo, estoico o trágico. Por otra parte estas poesías han nacido casi todas en el campo; y no hay más imágenes, ni más campos, ni la blancura de los grandes navíos ni el verde de los bosques ni el dorado del grano, sino las procesiones o las comuniones que pasan; y no hay sonido que más se distinga entre el fragor de los ríos y los torrentes, sobre la inmensa espesura, sobre el canto de las cigarras y de los pájaros, que aquél del Avemaría. Crezcan y florezcan en torno a la antigua tumba de mi joven madre estas myricae (digamos cestos o frazadas) otoñales». (del prefacio de Pascoli a los Cantos de Castelvecchio)

Myricae
Término tomado de la égloga IV de Virgilio, su poeta preferido. Llevaban por lema, levemente modificado, este verso de dicha égloga: «arbusta iuvant humilesque myricae». En 1891 sale la primera edición de Myricae, colección de poesías calificadas como modestas por el propio Pascoli, que versan sobre temas familiares y campestres. En ella, entre otros poemas, se encuentra la famosa composición “Noviembre”.

Entre 1897 y 1903 enseña el latín en la universidad de Mesina, y con lo que obtiene de la venta de algunas medallas de oro obtenidas en los concursos, compra una casa en Castelvecchio. En 1905 es cuando obtiene la cátedra de literatura en la universidad de Bolonia, sucediendo en ella a Carducci.

El poeta y el muchachito
Uno de los temas sobresalientes con los que Pascoli ha pasado a la historia de la literatura es el conocido como la “poética del muchachito”, tan bien explicada por él mismo en el escrito homónimo aparecido en la revista Il Marzocco en 1897.

En ese escrito, Pascoli da una definición absolutamente completa – al menos según su propio punto de vista – de la poesía, vista como la perenne capacidad de asombrarse típica del mundo infantil, una predisposición irracional que se mantiene en el hombre incluso cuando éste se ha ya alejado, al menos cronológicamente, de la infancia propiamente dicha. Poesía, por lo tanto, no como razón o, peor, como simple "logos", sino como posibilidad de atribuir significados a las cosas que nos circundan, contempladas desde un punto de vista absolutamente subjetivo.
Pascoli fue también comentarista y crítico de la obra de Dante Alighieri, dirigiendo además la colección editorial “La biblioteca del pueblo”.

En 1912 muere a causa de un cáncer intestinal en Bolonia, siendo sepultado en el cementerio de Castelvecchio di Barga.

Bibliografía
Obras propias
1897 – El muchachito (Il fanciullino) (escrito publicado en la revista "Il Marzocco")
1891 - Myricae (Edición principal de sus poemas )
1897 – Poemillas (Poemetti)
1898 - Minerva oscura (Estudios sobre Dante)
1903
Cantos de Castelvecchio (dedicados a su madre)
Myricae (edición definitiva)
Mis escritos sobre la variada humanidad (Miei scritti di varia umanità).
1904
Primeros poemillas (Primi poemetti).
Poemas de la convivencia (Poemi conviviali).
1906 – Odas e himnos (Odi e Inni).
1907
Poemas de Castelvecchio (Canti di Castelvecchio) (Edición definitiva)
Pensamientos y discursos (Pensieri e discorsi).
1909
Nuevos poemillas (Nuovi poemetti).
Poemas itálicos (Poemi italici).
1911-1912
Poemas del Renacimiento (Poemi del Risorgimento).
La gran proletaria se ha movido (La grande proletaria si è mossa).


Obras sobre Pascoli
de Gian Luigi Ruggio: "Giovanni Pascoli – La atormentada vida de un gran poeta (y un apéndice con una amplia antología de sus mejores versos) – Simonelli editore.
de Maria Santini: "Candida Soror" – La vida de Maria Pascoli, la más querida hermana del poeta de la Yegua Pinta (la Cavalla Storna) – Simonelli editore.


Enlaces
Página oficial de la Fundación Giovanni Pascoli
Para profundizar en el conocimiento de este autor (en italiano)
Obras de Giovanni Pascoli: texto, concordancias y lista de frecuencia
índices estadísticos y de secuencias de la obra "Myricae"








Ma questo già non vuol dire che i versi del Pascoli manchino di carattere proprio; anzi l'uno se ne discernerebbe in mezzo a mille, a una certa sua risonanza, che qual sia non si sa sempre dire bene, ma che non si può confondere con altra.
Certo è che le parole più comuni in un verso di lui rendono un suono nuovo; pare che la sua voce nel profferire le faccia vibrare lungamente e tragga dai loro seni riposti echi non conosciuti.
Provate a leggerne qualcuno a caso:


O stolti, quelle trombe erano terra
concava donde il vento occidentale
traeva ansando strepiti di guerra


oppure

Salpava l'eternale àncora e mosse


o ancora


i fili di metallo a quando a quando
squillano, immensa arpa sonora al vento
e negli orecchi ronzano, alle bocche
salgono melodie dimenticate.


Son versi che possono contentare qual più qual meno; alcuno è veramente stupendo; ma tutti hanno qualche cosa di comune e di particolare, il suono, l'indefinibile aura pascoliana.
Pare che il loro effetto maggiore nasca dalla intensità del ritmo che li fa spaziosi e vibranti, tutta la loro consistenza è negli accenti che spiccano una battuta dall'altra, che creano fra le parole come un vuoto in cui ognuna si prolunga con vasta eco sonora. Rileggete quello che ho sottolineato, e vedrete se è vero.
In termini tecnici, la loro ragione è meramente quantitativa; il verso è sentito come un accordo di tesi profondamente calcate e di arsi vibranti, come musica pura.
Ma intendiamoci bene; musicali, si dice, non melodiosi; poiché a considerare le sillabe e i suoni in se stessi, quanti ce n'è invece duri aspri spezzati difficili!
E vorrei dire che la loro melodia non nasce semplicemente e materialmente dai suoni: nasce da ciò che egli, facendoli, li ha cantati; se li è cantati. Ma non è già la voce intonata caldamente a piena gola sulla lira, modulata e variata nella ricchezza della melodia; è una voce bianca che lascia cadere il verso come cosa venuta di lontano, da un invisibile mondo; voce piana, uguale, un poco stanca d'uomo a cui le parole non importano, poiché la sua anima è assorta: e gli basta che in quell'abbandono monotono di cantilena duri la muta eco dei sogni.
In quanto a fattura e struttura il verso del Pascoli è cosa molto semplice, le parole per solito seguono l'una l'altra secondo la legge dell'uso più comune. Non c'è discorso, non c'è disegno, non c'è composizione; e la frase è la frase usuale, che si trova su tutte le bocche. Voi potete scriverne di seguito quanti volete, senza che nessuno s'accorga mai, almeno alla disposizione e alla composizione delle parole, di avere innanzi dei versi. Da questo punto di vista non sono altro che prosa, la più povera delle prose («O madre il cielo si riversa in pianto, oscuramente, sopra il camposanto. È mezzanotte, nevica. A la pieve suonano a doppio, suonano l'entrata. Ti splende su l'umile testa la sera d'autunno, Maria. Uomini nella truce ora dei lupi pensate all'ombra del destino ignoto che ne circonda»).
Insomma, son versi senza forma; ma - perdonatemi l'orribile bisticcio - in quella mancanza di forma è la loro forma propria. In quell'indefinibile contrasto fra la intensità del ritmo e la povertà del suono, fra la profondità delle intenzioni e il languore dell'espressione, in quella musica vaga di risonanze e di echi, di suggestioni e di accentuazioni il poeta ha sentito se stesso; ha creato la qualità ultima della sua poesia.
Io non saprei descriverla meglio che con le parole di lui; ché veramente i suoi versi, secondo egli disse,


cantano come non sanno
cantare che i sogni nel cuore,
che cantano forte e non fanno
rumore.



Cantano forte e non fanno rumore: proprio così.



Giovanni Pascoli
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Giovanni PascoliGiovanni Pascoli (1855 – 1912), poeta italiano.

Indice [nascondi]
1 Citazioni di Giovanni Pascoli
2 Canti di Castelvecchio
3 Myricæ
3.1 Incipit
3.2 Citazioni
3.3 Citazioni sul libro
4 Nuovi poemetti
5 Odi e inni
5.1 L'insegna del comune
6 Primi poemetti
7 A Verdi
7.1 Incipit
7.2 Citazioni
8 Incipit di alcune opere
8.1 Ai medici condotti
8.2 Il fanciullino
8.3 Le canzoni di Re Enzio
8.3.1 La canzone del Carroccio
8.3.2 La canzone del Paradiso
8.3.3 La canzone dell'Olifante
9 Citazioni su Giovanni Pascoli
10 Note
11 Bibliografia
12 Altri progetti
12.1 Opere


Citazioni di Giovanni Pascoli [modifica]
Caro il mio grano! Quando il mio tesoro, | mando al mulino, se ne va, sì, questo; | ma quello nasce sotto il mio lavoro. | […] | Tua carne è il pane – Ma tuo sangue, il vino – | Che sa l'odore di pan fresco! – E che cantare fa, cantar di tino! – (da Grano e vino in Poemetti 1900)
Cercava sempre, ed era ormai vegliardo. | Cercava ancora, al raggio della vaga | lampada, in terra, la perduta dramma. | L'avrebbe forse ora così sorpreso | con quella fioca lampada pendente, | e gliel'avrebbe con un freddo soffio | spenta, la Morte. E presso a morte egli era! [...] | Ed e' vestì la veste rossa e i crudi | calzari mise, e la natal sua casa | lasciò, lasciò la saggia moglie e i figli, | e per la steppa il vecchio ossuto e grande | sparì [...] (da Tolstoi, in Poemi italici)
Chi ha toccato una volta un'ingiuria – di sangue e di morte – non cesserà mai di toccarne di nuove. Piove sul bagnato: lagrime su sangue, e sangue su lagrime. (Nota bibliografica di Giovanni Pascoli per la sesta edizione di Myricae)
Conoscere e descrivere la mente di Dante sarà mai possibile? Egli eclissa nella profondità del suo pensiero: volontariamente eclissa. (da Minerva oscura)
Di quercia caduta ognuno viene a far legna. E tagliato l'albero, così grande e bello, perché hanno a sopravvivere i novelli? (Nota bibliografica di Giovanni Pascoli per la sesta edizione di Myricae)
[Giosuè Carducci] Egli sembra, anche nell'aspetto, una di quelle foreste sul lido del suo mare, le quali anche nella più quieta serenità pare che si contorcano alle raffiche del libeccio. (da Il maestro e poeta della Terza Italia, in Patria e umanità, p. 380)
Il sogno è l'infinita ombra del Vero. (da Alexandros, in Poemi conviviali)
Il poeta è poeta, non oratore o predicatore, non filosofo, non istorico, non maestro, non tribuno o demagogo, non uomo di stato o di corte. E nemmeno è, sia con pace del maestro, un artiere che foggi spada e scudi e vomeri; e nemmeno, con pace di tanti altri, un artista che nielli e ceselli l'oro che altri gli porga. A costituire il poeta vale infinitamente più il suo sentimento e la sua visione, che il modo col quale agli altri trasmette l'uno e l'altra. (da Il fanciullino)
[...] la parte alta della città che sembra voglia svincolarsi dal declivio collinoso su cui riposano le sue case, e forse desiosa di azzurro e di verde tende a stendersi, risalendo coi suoi fabbricati, ancora in alto, verso le montagne presilane che poi azzurramente cupe degradano sino, a poco a poco, a raggiungere le acque silenziose del classico golfo di Squillace. È sempre bello a vedere questo giardino, nei tepidi pomeriggi di autunno e nelle primavere aulenti, nelle fresche mattine d'estate e nelle luminose giornate d'inverno… (dalla Lettera inviata al Comune di Catanzaro, 1899)
Questo mare è pieno di voci e questo cielo è pieno di visioni. (da Un poeta di lingua morta[1], in Pensieri e discorsi)
Ridon siringhe del color di lilla | sopra la mensa e odorano viole: | la capinera è tra gli amici: brilla | tremulo il sole. || Tu pur, poeta, hai rifiorito il cuore | e trilli e frulli hai nella fantasia. | Le ignave brume e l'umile dolore | sorgi ed oblìa. (da Maggio, in Poesie famigliari)
Canti di Castelvecchio [modifica]
Al mio cantuccio, donde non sento | se non le reste brusir del grano | il suon dell'ore viene col vento | dal non veduto borgo montano. (da L'ora di Barga)
Che torbida notte di marzo! | Ma che mattinata tranquilla! | che cielo pulito! Che sfarzo | di perle! Ogni stelo, una stilla | che ride: sorriso che brilla | su lunghe parole. (da Canzone di marzo)
Egli coglieva ed ammucchiava al suolo | secche le foglie del suo marzo primo | (era il suo nuovo marzo), il rosignolo, || per farsi il nido. E gorgheggiava in tanto | tutto il gran giorno; e dolce più del timo | e più puro dell'acqua era il suo canto. (da L'usignolo e i suoi rivali)
Io sono una lampada ch'arda | soave! | La lampada, forse, che guarda, | pendendo alla fumida trave | la veglia che fila; || e ascolta novelle e ragioni | da bocche | celate nell'ombra, ai cantoni, | da dietro le soffici ròcche | che albeggiano in fila. (da La poesia)
La vergine dorme. Ma lenta | la fiamma del puro alabastro | le immemori palpebre tenta; | bussa alla chiusa anima . (da Il sogno della vergine)
Lascia che guardi dentro al mio cuore | lascia ch'io viva del mio passato; | se c'è sul bronco sempre quel fiore | s'io trovi un bacio che non ho dato! | Nel mio cantuccio d'ombra romita | lascia ch'io pianga sulla mia vita. (da L'ora di Barga)
Nascondi le cose lontane, | tu nebbia impalpabile e scialba, | tu fumo che ancora rampolli, | su l'alba, | da' lampi notturni e da' crolli | d'aeree frane! (da Nebbia)
Oh! Valentino vestito di nuovo, | come le brocche dei biancospini! | Solo, ai piedini provati dal rovo | porti la pelle de' tuoi piedini || Porti le scarpe che mamma ti fece, | che non mutasti mai da quel dì, | che non costarono un picciolo: in vece | costa il vestito che ti cucì. (da Valentino)
Myricæ [modifica]
Incipit [modifica]
Io vedo (come è questo giorno, oscuro!), | vedo nel cuore, vedo un camposanto | con un fosco cipresso alto sul muro. || E quel cipresso fumido si scaglia | allo scirocco: a ora a ora in pianto | sciogliesi l'infinita nuvolaglia.

Citazioni [modifica]
Al camino, ove scoppia la mortella | tra la stipa, o ch'io sogno, o veglio teco: | mangio teco radicchio e pimpinella. (O vano sogno, da L'ultima passeggiata)
Al rio sottile, di tra vaghe brume, | guarda il bove coi grandi occhi: nel piano | che fugge, a un mare sempre più lontano | migrano l'acque d'un ceruleo fiume. (da Il bove)
Anch'io; ricordo, ma passò stagione; | quelle bacche a gli uccelli della frasca | invidiavo, e le purpuree more; | e l'ala, i cieli, i boschi, la canzone: | i boschi antichi, ove una foglia casca, | muta, per ogni battito di cuore. (da La Siepe)
E tu, Cielo, dall'alto dei mondi sereni, infinto, immortale, oh! d'un pianto di stelle lo inondi quest'atomo opaco del Male. (da X Agosto)
Io la [la felicità] inseguo per monti, per piani, | pel mare, pel cielo, nel cuore, | io la vedo, già tendo le mani, | già tengo la gloria e l'amore. (da Felicità)
Manina chiusa, che nel sonno grande | stringi qualcosa, dimmi cosa ci hai! | Cosa ci ha? cosa ci ha? Vane domande | quello che stringe, niuno saprà mai. (Morto, da Creature)
Nella soffitta è solo, è nudo, muore. | Stille su stille gemono dal tetto | [...] La notte cade, l'ombra si fa nera; | egli va, desolato, in Paradiso. (Abbandonato, da Creature)
Noi mentre il mondo va per la sua strada, | noi ci rodiamo, e in cuor dopio è l'affanno, | e perché vada, e perché lento vada. (Il cane, da L'ultima passeggiata)
Odi, sorella, come note al core | quelle nel vespro tinnule campane | empiono l'aria quasi di sonore | grida lontane? (da Campane a sera)
Quanti quel roseo campanil bisbigli | udì, quel giorno, o strilli di rondoni | impazienti agl'inquieti figli. (da Quel giorno)
Rosa di macchia, che dall'irta rama | ridi non vista a quella montanina, | che stornellando passa e che ti chiama | rosa canina; (da Rosa di macchia)
Sempre un villaggio, sempre una campagna | mi ride al cuore (o piange), Severino: | il paese ove, andando, ci accompagna | l'azzurra visïon di San Marino: || sempre mi torna al cuore il mio paese | cui regnarono Guidi e Malatesta, | cui tenne pure il Passator cortese, | re della strada, re della foresta. (da Romagna)
Sappi – e forse lo sai, nel camposanto – | la bimba dalle lunghe anella d'oro, | e l'altra che fu l'ultimo tuo pianto, | sappi ch'io le raccolsi e che le adoro. (da Anniversario)
Vien per la strada un povero che il lento | passo tra le foglie trascina: | nei campi intuona una fanciulla al vento: | Fiore di spina! (da Sera d'ottobre)
Anch'io; ricordo, ma passò stagione; | quelle bacche a gli uccelli della frasca | invidiavo, e le purpuree more; | e l'ala, i cieli, i boschi, la canzone: | i boschi antichi, ove una foglia casca, | muta, per ogni battito di cuore. (da La Siepe)
Romagna

Sempre un villaggio, sempre una campagna | mi ride al cuore (o piange), Severino: | il paese ove, andando, ci accompagna | l'azzurra visïon di San Marino: | sempre mi torna al cuore il mio paese | cui regnarono Guidi e Malatesta, | cui tenne pure il Passator cortese, | re della strada, re della foresta.
Da' borghi sparsi le campane in tanto | si rincorron coi lor gridi argentini: | chiamano al rezzo, alla quiete, al santo | desco fiorito d'occhi di bambini.
Romagna solatìa, dolce paese | cui regnarono Guidi e Malatesta, | cui tenne pure il Passator cortese, | re della strada, re della foresta.

Citazioni sul libro [modifica]
Di questo libro che giunge ora alla sua sesta edizione, non rincresca al lettore, specialmente alla soave lettrice, un po' di storia.
Le più vecchie poesie del volume sono Il maniero (Ricordi IV) e Rio salto (ib. III), che furono fatti e, mi pare, anche pubblicati prima dell'80. Viene poi Romagna (Ricordi I) che è dell'80 o giù di lì. Fu poi pubblicata nella Cronoca bizantina, ma non so in qual numero: non la vidi mai. Poi ci fu un intervallo. Ero stretto dalle necessità della vita, e il canto non usciva dalla gola serrata. (Giovanni Pascoli, dalla Nota bibliografica, Massa settembre '86, in Myricae, Oscar Mondadori, 1967)
Nuovi poemetti [modifica]
Chi prega è santo, ma chi fa, più santo. (da E lavoro)
Dolore è più dolor, se tace. (da Il prigioniero)
Il poco è molto a chi non ha che il poco. (da La piada)
Odi e inni

Cantò tutta la notte un coro
di trilli arguti e note gravi;
e il plenilunio d'oro
splendé sul letto dove riposavi.
All'alba si diffuse un grande
odor nel portico: il tuo chiostro
fu pieno di ghirlande
una diceva: AL CARO PIN CH'È NOSTRO. (da A Giuseppe Giacosa)
Guardi chi passa nella grande estate: | la bicicletta tinnula, il gran carro | tondo di fieno, bimbi, uccelli, il frate | curvo, il ramarro. (da La rosa delle siepi)
TERRA! …— sì, terra, sì. Tristo | risveglio ! Dormivi, da secoli, || o portatore del Cristo, | dormivi; e giungeva a te l'eco || d'armi e di sferze; a te, presso | la tomba, il lor pianto sommesso | piangeano gli schiavi. || Esule cenere muta | non questo è l'arrivo: è il ritorno! || Dietro la poppa battuta | dall'onde, è la sera d'un giorno … || esule cenere mesta | del giorno latino! Ed è questa | la terra degli avi, || vecchia! È la notte del giorno | latino. È il fatale ritorno. (da: Il Ritorno di Colombo)
Tu [Otto von Bismarck] sei la Forza. Avanti dunque o conte, | principe, duca, esci dal tuo maniero, | galoppa sulla cupa eco del ponte, || corri pel mondo, ancora tuo!... Guerriero | dalla lunga ombra, ferma il tuo cavallo | nel campo, sotto quello stormo nero! (da Bismarck)
L'insegna del comune
Esce il Carroccio e sta sotto l'Arengo. | Par che si levi un pianto di donne. | – Quando tu parti, nulla qui rimane: | restano solo i morti nelle chiese.
Quando tu parti, teco viene il tutto: | poniam su le terre le vite nostre. | Le nostre vite porti uguali unite: | carico vai di grappoli e di spighe. La messa e il vespro sovra te si canta, | squillano a morte di su te le trombe. | No, non con noi restano nelle chiese | i Santi d'oro: escono teco in campo!
Vengono ai tocchi della Martinella, | che suona all'alba, a sera, a morto, a gloria. | o bel Carroccio, o forza arte ricchezza | e libertà comune!
Primi poemetti [modifica]
C'è qualcosa di nuovo oggi nel sole | anzi d'antico: io vivo altrove e sento | che sono intorno nate le viole || Sono nate nella selva del convento | dei cappuccini tra le morte foglie | che al ceppo delle querce agita il vento. (da L'aquilone)
Il ricordo è poesia, e la poesia non è se non ricordo. (dalla Prefazione)
Sì: sonava lontana una campana, ombra di romba; sì che un mal vestito | che beveva, si alzò dalla fontana, | e più non bevve, e scongiurò, di rito, | l'impaziente spirito. Via via | si sentì la campana di San Vito. (da L'Angelus)
A Verdi
Incipit
Per il dì trigesimo dal suo transito
Voi che notturni moveste | per le strade ancora ombrate; | ch'or nel vestibolo, al vento | antelucano, aspettate | ch'uno v'apra il monumento | del gran Morto; || voi che da quando le stelle | pendean bianche su le lande, | state: qui, sotto una mole | grave, v'ascosero il Grande; | qui: vedetela nel sole | ch'è già sorto. | Voi che recaste gli aromi | egli vivrebbe, se fosse | qui pur sotto questa pietra; | ma si levò, si riscosse, | volò via con la sua cetra, | non è qui.

Citazioni
Vive, ed è lungi, e ci manda | l'inno dell'anima umana | ch'è in esilio ed in martoro. | Presso una fiumana ha sospesa l'arpa d'oro: | non è qui.
Morto? Ma forse l'Italia dai due mari fu sommersa? | Dove fu l'Etna nevosa | l'onda ribolle e riversa? | dove stette il Monte Rosa, | c'è una duna?
Egli sul bianco cavallo | corse via con la sua tromba: | non è qui.
Oh! chi morì senza fine, | non ha fine, non è spento, | non è qui.
Dove? Nel cielo d'Italia! | Dove?...Chiedetene al Sole! | Qui non c'è che questa pietra. | Stare e posare, non vuole: | balzò su con la sua cetra, | non è qui.
Voi che sotterra cercate | l'ultimo Grande d'Italia, | – era l'ombra, e il giorno è sorto – | l'ultimo Grande d'Italia, | io vi grido, non è morto, | non è qui.
[Giovanni Pascoli, A Verdi, citato in Stefano Verdino, Un coro e terminiam la scena, Poesia, anno XIV, maggio 2001, n. 150, Crocetti Editore]

Incipit di alcune opere [modifica]
Ai medici condotti [modifica]
Cari e valorosi cittadini,
Voi per pochi giorni siete tornati alla fonte, vi siete riabbracciati alla madre, vi siete ricongiunti alla vostra giovinezza. E la fonte vi mescé ancora la pura limpida salubre bevanda, e la madre vi mise a parte, con l'antico affetto, de' suoi umani studi, e la giovinezza, se non aveva, ahimè! più le volate speranze e i labili sogni d'un tempo, vi rinsaldò e rinvigorì tuttavia nei nobili cuori i severi e alti propositi dei vostri principii.

Il fanciullino È dentro noi un fanciullino[2] che non solo ha brividi, come credeva Cebes Tebano che primo in sé lo scoperse, ma lagrime ancora e tripudi suoi. Quando la nostra età è tuttavia tenera, egli confonde la sua voce con la nostra, e dei due fanciulli che ruzzano e contendono tra loro, e, insieme sempre, temono sperano godono piangono, si sente un palpito solo, uno strillare e un guaire solo. Ma quindi noi cresciamo, ed egli resta piccolo; noi accendiamo negli occhi un nuovo desiderare, ed egli vi tiene fissa la sua antica serena maraviglia; noi ingrossiamo e arrugginiamo la voce, ed egli fa sentire tuttavia e sempre il suo tinnulo squillo come di campanello.

Le canzoni di Re Enzio
La canzone del Carroccio

Mugliano i bovi appiedi dell'Arengo.
Sull'alba il muglio nella città fosca
sparge l'odor del sole e della terra.
L'aratro appare che ricopre il seme,
appare il plaustro che riporta il grano.
Torri Bologna più non ha, che pioppi:
tra i suoi due fiumi, tremoli alti pioppi.

La canzone del Paradiso [modifica]
I bovi per l'erbita cavedagna
portano all'aia sul biroccio il grano.
Passa il biroccio tra le viti e li olmi,
con l'ampie brasche, pieno di covoni.
Sotto i covoni va nascoso il carro,
muovono i bovi all'ombra delle spighe.
La messe torna donde partì seme,
da sé ritorna all'aia ed alle cerchie.

La canzone dell'Olifante [modifica]
Fu il venerdì, ch'era dolore e sangue
e la battaglia al Prato delle rose.
Bello era il tempo e tralucente il giorno.
Enzio era volto a dove nasce il sole.
Di là! l'altr'anno, sorgere una stella
soleva, lunga, che parea selvaggia
del cupo cielo, e lo fendeva in fuga,
lasciando il segno come una ferita.

Citazioni su Giovanni Pascoli [modifica]
Di fatto si determina nei tre [Giovanni Pascoli e le due sorelle minori Ida e Mariù] che la disgrazia ha diviso e ricongiunto una sorta di infatuazione e mistificazione infantili, alle quali Ida è connivente solo in parte. Per il Pascoli si tratta in ogni caso di una vera e propria regressione al mondo degli affetti e dei sensi, anteriore alla responsabilità; al mondo da cui era stato sbalzato violentemente e troppo presto. Possiamo notare due movimenti concorrenti: uno, quasi paterno, che gli suggerisce di ricostruire con fatica e pietà il nido edificato dai genitori; di investirsi della parte del padre, di imitarlo. Un altro, di ben diversa natura, gli suggerisce invece di chiudersi là dentro con le piccole sorelle che meglio gli garantiscono il regresso all'infanzia, escludendo di fatto, talvolta con durezza, gli altri fratelli. In pratica il Pascoli difende il nido con sacrificio, ma anche lo oppone con voluttà a tutto il resto: non è solo il suo ricovero ma anche la sua misura del mondo. Tutto ciò che tende a strapparlo di lì in qualche misura lo ferisce; altre dimensioni della realtà non gli riescono, positivamente, accettabili. Per renderlo più sicuro e profondo lo sposta dalla città, lo colloca tra i monti della Garfagnana dove può oltre tutto mimetizzarsi con la natura. (Mario Luzi)
Entrare nell'orizzonte pascoliano, senza esserne complici, è un'esperienza simile a una tortura; ma, una volta entrati, fatto il primo passo, chiudere l'argomento e tagliare la corda è impossibile: le viscere pascoliane non hanno fine, perché non hanno forma. (Cesare Garboli, Trenta poesie famigliari di Giovanni Pascoli, Einaudi, 1990, p. XXVII)
Giovanni Pascoli rimarrà per gli Italiani il grande lirico delle intime tombe familiari, come Ugo Foscolo è il grande cantore delle tombe che la Nazione conserva ai suoi figli immortali.
Per questi nostri due sommi vati si completa la Italiana Lirica dei Sepolcri! (Guglielmina Ronconi)
Note [modifica]
↑ Discorso commemorativo in onore del latinista Diego Vitrioli, Messina 1898.
↑ PLATONE, Fedro, 77 E. E Cebes con un sorriso, "Come fossimo spauriti", disse, "o Socrate, prova di persuaderci; o meglio non come spauriti noi, ma forse c'è dentro anche in noi un fanciullino che ha timore di siffatte cose: costui dunque proviamoci di persuadere a non aver paura della morte come di visacci d'orchi."
Bibliografia [modifica]
Giovanni Pascoli, Ai medici condotti nella clinica di Sant'Orsola, Milano, Ed. il Giardino di Esculapio (Tip. N. Moneta), 1955.
Giovanni Pascoli, Il fanciullino, in "Saggi brevi", a cura di Franco Rella, Giorgio Agamben, Feltrinelli, 1982.
Giovanni Pascoli, Le canzoni di re Enzio, Nicola Zanichelli editore, Bologna, 1928.
Giovanni Pascoli, Myricae, Oscar Mondadori, 1967.
Giovanni Pascoli, Odi e Inni, Edizioni Mondadori.
Giovanni Pascoli, Poesie e prose scelte, (2 vol.), I meridiani, Arnoldo Mondatori Editore, Milano 2002
Giovanni Pascoli, Poesie (Vol. I), Oscar Classici, Arnoldo Mondatori Editore, Milano 1997, ISBN 88-04-42323-4
Giovanni Pascoli, Poesie (Vol. II), Oscar Classici, Arnoldo Mondatori Editore, Milano 1997, ISBN 88-04-43805-3
Giovanni Pascoli, Patria e umanità, in Prose (Vol. I), Arnoldo Mondatori Editore, Milano 1952.



Piove sul bagnato modo di dire italiano. Questa espressione trae origine da Giovanni Pascoli che nelle sue Prose scrive "Piove sul bagnato : lagrime su sangue, sangue su lagrime". L'espressione in seguito ha avuto molto successo ed è rimasta nella lingua comune ad indicare che le disgrazie spesso non vengono mai sole o così appare a chi soffre e crede di essere tormentato dalla sfortuna. In inglese un'espressione dal significato simile è When it rains, it pours (Quando piove, diluvia).

17 gen 2011

Vita di Montale.

Eugenio Montale: Vita



Eugenio Montale durante un'intervista. Nobel per la letteratura 1975.

«Per la sua poetica distinta che, con grande sensibilità artistica, ha interpretato i valori umani sotto il simbolo di una visione della vita priva di illusioni»

(Motivazione del Premio Nobel)

Eugenio Montale (Genova, 12 ottobre 1896 – Milano, 12 settembre 1981) è stato un poeta italiano, premio Nobel per la letteratura nel 1975.

Indice [in questa pagina]:

1 Biografia
2 Le radici "nascoste" della poesia di Montale
3 Il "mondo" di Montale: le incancellabili suggestioni della Liguria
4 Tra silenzio e scrittura: l'anticonformismo discreto della nuova poesia
5 La disarmonia col mondo
6 La poetica
7 Bibliografia

**************

Biografia

Le radici "nascoste" della poesia di Montale
:

Eugenio Montale nasce a Genova nella zona di Principe, il 12 ottobre 1896, in una famiglia di commercianti di prodotti chimici (il padre, tra l'altro, era il fornitore dell'azienda di Italo Svevo). Bianca Montale, una nipote del poeta, così tratteggia in una sua "Cronaca famigliare" del 1986, i tratti caratteriali comuni della famiglia:

«L'ansia, la fragilità nervosa, la timidezza, la concisione nel parlare e nello scrivere, una visione prevalentemente tendente al peggio di ogni vicenda, un certo senso dell'umorismo.»

(Bianca Montale)

Ultimo di sei figli, il giovane Eugenio gode di quella libertà un po' trascurata e malinconica che di solito è riservata all'ultimo di molti fratelli, come lui stesso ricordò in un'intervista:

«Eravamo una famiglia numerosa, i miei fratelli andavano nello scagno (nota: l'ufficio, in genovese), l'unica mia sorella frequentò l'università, per me non era il caso di parlarne. In molte famiglie esisteva il tacito accordo che il cadetto fosse dispensato dal tenere alto il buon nome della famiglia.»

E infatti, sebbene nel 1915 venga iscritto all'Istituto tecnico commerciale "Vittorio Emanuele" (scuola tecnica serale di Genova), dove si diplomerà in Ragioneria, il giovane Montale ha tutto l'agio di coltivare i propri interessi prevalentemente letterari, frequentando le biblioteche cittadine e assistendo alle lezioni private di filosofia della sorella Marianna.

La sua formazione è dunque quella tipica dell'autodidatta, che scopre interessi e vocazione attraverso un percorso libero da condizionamenti che non siano quelli della sua stessa volontà e dei limiti personali. Letteratura (Dante in primo luogo) e lingue straniere sono il terreno in cui getta le prime radici l'immaginario montaliano; assieme al panorama, ancora intatto, della Riviera ligure di levante: Monterosso al Mare e le Cinque Terre (SP), dove la famiglia trascorre le vacanze.

Sugli anni di formazione del poeta non c'è altro da aggiungere, se non gli studi musicali che coltiva dal '15 al '23 con l'ex baritono Eugenio Sivori, studi che lasciano in lui un vivo (ma superficiale) interesse per la musica.

Entrato all'Accademia militare di Parma, fa richiesta di essere inviato al fronte, e dopo una breve esperienza bellica in Vallarsa e Val Pusteria, è congedato nel '20.

"Scabri ed essenziali", come egli definì la sua stessa terra, gli anni della giovinezza delimitano in Montale una visione del mondo in cui prevalgono i sentimenti privati e l'osservazione profonda e minuziosa delle poche cose che lo circondano – la natura mediterranea e le donne della famiglia.

Ma quel "piccolo mondo" è sorretto intellettualmente da una vena linguistica nutrita di instancabili letture, le più proficue che si possano desiderare: quelle finalizzate al solo piacere della conoscenza e della scoperta. E in quella periferia d'Europa, negli stessi anni in cui D'Annunzio rimbomba per tutta la penisola, Montale ha la fortuna di scoprire non tanto una vocazione di poeta, quanto l'amore per la poesia.

Il "mondo" di Montale: le incancellabili suggestioni della Liguria



Firma autografa di Montale in calce a scritto inedito del 1979.

Montale ha scritto relativamente poco: quattro raccolte di brevi liriche, un "quaderno" di traduzioni di poesia e vari libri di traduzioni in prosa, due volumi di critica letteraria e uno di prose di fantasia. A ciò si aggiunga la collaborazione al «Corriere della sera», ed è tutto. Il quadro è perfettamente coerente con l'esperienza del mondo così come si costituisce nel suo animo negli anni di formazione, che sono poi quelli in cui vedono la luce le liriche della raccolta Ossi di seppia. Era il momento dell'affermazione del fascismo e della "reclusione" nella provincia ligure, una sorta di tenaglia che gli ispirerà una visione claustrofobica e impotente della vita di cui non fu tuttavia del tutto consapevole, almeno fino agli anni della maturità, nella nuova stagione dell'impegno civile neorealista.

L'emarginazione sociale a cui era condannata la classe di appartenenza, colta e liberale, della famiglia, acuisce nel poeta la percezione del mondo, la capacità di penetrare nelle impressioni che sorgono dalla presenza dei fenomeni naturali: la solitudine genera il colloquio con le cose, quelle piccole e insignificanti della natura ligure, o quella lontana e suggestiva del suo orizzonte, il mare. Una natura "scarna, scabra, allucinante", e un "mare fermentante" dal richiamo ipnotico, come solo quello mediterraneo abbacinato dal sole può suscitare. In una vita che appare già sconfitta prima ancora di cominciare, la natura ispira un sentimento di dignità profonda ed essenziale che è lo stesso che si prova leggendo le liriche del poeta.

Tra silenzio e scrittura: l'anticonformismo discreto della nuova poesia.



Montale insieme ad Elio Vittorini.

Con questo grande bagaglio letterario e spirituale, Montale giunge a Firenze nel 1927 per il lavoro di redattore ottenuto presso l'editore Bemporad. Nel capoluogo toscano gli anni precedenti erano stati decisivi per la nascita della poesia italiana moderna, soprattutto grazie alle aperture della cultura fiorentina nei confronti di tutto ciò che accadeva in Europa. Le Edizioni della «Voce»; i "Canti orfici" di Dino Campana (1914); le prime liriche di Ungaretti per «Lacerba»; e l'accoglienza che poeti come Cardarelli e Saba avevano ricevuto presso gli editori fiorentini: tutto ciò aveva gettato le basi di un profondo rinnovamento culturale che neppure la censura fascista avrebbe potuto spegnere. Montale dunque entra silenziosamente, ma con l'impressionante "biglietto da visita" dell'edizione degli Ossi del '25, nell'officina della poesia italiana. Nel '29 è chiamato a dirigere il Gabinetto scientifico letterario G. P. Vieusseux (ne sarà espulso nel '38 dal fascismo); nel frattempo collabora alla rivista «Solaria», frequenta i ritrovi letterari del caffè delle «Giubbe Rosse» conoscendovi Gadda e Vittorini, e scrive per quasi tutte le nuove riviste letterarie che nascono e muoiono in quegli anni di incessante ricerca poetica.

La vita a Firenze però si trascina per il poeta tra incertezze economiche e fragili rapporti sentimentali; i suoi "libri della vita" sono Dante e Svevo, coi classici americani; degli innumerevoli altri non parla se non indirettamente, attraverso la tracce da essi lasciate nella sua opera. Fino al '48, l'anno del trasferimento a Milano, egli pubblica le grandi raccolte poetiche Occasioni e Bufera. Montale ha dunque coltivato la propria "vena" poetica nell'atmosfera raccolta e amichevole di un mondo di intellettuali che il fascismo condanna a un deprimente silenzio, non tanto con imposizioni violente quanto con la forza schiacciante di un conformismo di massa che rende vano ogni tentativo di rivolta e invisibile la differenza di chi non vuole adattarsi. In questa clausura, il lavoro, l'amicizia e lo scambio intellettuale sono però profondi e decisivi, tanto che Franco Fortini può dire che la poesia di Montale (con particolare riferimento proprio agli Ossi e a Occasioni) è parsa, a partire dagli anni '60, la più alta di tutto il Novecento italiano.

La disarmonia col mondo

«L'argomento della mia poesia (...) è la condizione umana in sé considerata: non questo o quello avvenimento storico. Ciò non significa estraniarsi da quanto avviene nel mondo; significa solo coscienza, e volontà, di non scambiare l'essenziale col transitorio (...). Avendo sentito fin dalla nascita una totale disarmonia con la realtà che mi circondava, la materia della mia ispirazione non poteva essere che quella disarmonia»

(E. Montale in "Confessioni di scrittori (Intervista con se stessi)", Milano 1976)

L'ultima tappa del breve viaggio di Montale nel mondo è Milano (dal '48 alla morte). Diventato collaboratore del "Corriere della sera", scrive critiche musicali e reportage culturali da vari paesi (fra cui il Medio Oriente, visitato in occasione del pellegrinaggio di Papa Paolo VI in Palestina). Ma "viaggiare" non è parte dell'immaginario poetico montaliano; non per nulla l'antologia dei suoi reportage porta il titolo di "Fuori di casa" (1969). Il mondo di Montale è la "trasognata solitudine" (A. Marchese) del suo appartamento milanese di via Bigli. Questo poeta, che ha cantato il mare e l'ultima donna-angelo della poesia italiana, è "della razza di chi rimane a terra": non è l'infinito il suo mondo, né del mare né del cielo, ma il mistero indecifrabile, e forse inesistente, degli oggetti quotidiani che accompagnano il disincanto di un poeta che non vuole dirsi tale.

Le ultime raccolte di versi, Xenia ('66), Satura ('71) e Diario del '71 e del '72 ('73), testimoniano in modo definitivo il distacco del poeta - ironico e mai amaro - dalla Vita con la maiuscola: «pensai presto, e ancora penso, che l'arte sia la forma di vita di chi veramente non vive: un compenso o un surrogato» (Montale, Intenzioni. Intervista immaginaria, Milano 76). Nel poeta ligure sono confluiti quegli spiriti della "crisi" che la reazione anti-dannunziana aveva generato fin dai Crepuscolari: tutto ciò che era stato scritto con vena ribelle nel brulicante mondo poetico italiano tra le due guerre, in lui diventa poesia vera ed alta, l'ultima possibile prima di scoprire altre ragioni per essere poeti. E paradossalmente, il poeta più trasognato e "dimesso" del novecento italiano, è anche stato il più carico di riconoscimenti ufficiali: lauree ad honorem (Milano '61, Cambridge '67, Roma '74), nomina a senatore a vita nel '67 e premio Nobel nel '75. Nel pieno del dibattito civile sulla necessità dell'impegno politico degli intellettuali, Montale continuò ad essere il poeta più letto in Italia. A testimonianza forse del fatto che il compito della poesia non è mai stato quello di dare risposte ma di rieducare a guardare il mondo.

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Bibliografia

-Roberto Mosena, Le affinità di Montale. Letteratura ligure del Novecento, Edizioni Studium, Roma 2006
-Giuseppe Leone, Eugenio Montale nel primo centenario dalla nascita, "Quei suoi "limoni" in orti leopardiani", su Il Punto Stampa, Lecco, Dicembre 1996.

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( Biografia tratta da Wikipedia, l'enciclopedia libera: http://it.wikipedia.org/wiki/Eugenio_Montale )
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Eugenio Montale: Opere.

Le raccolte di versi contengono la storia della sua poesia: Ossi di seppia (1925); Le occasioni (1939); Finisterre (1943); Quaderno di traduzioni (1948); La bufera e altro (1956); Farfalla di Dinard (1956); Xenia (1966); Auto da fè (1966); Fuori di casa (1969); Satura (1971); Diario del '71 e del '72 (1973); Sulla poesia (1976); Quaderno di quattro anni (1977); Altri versi (1980); Diario Postumo (1996).

"Ossi di Seppia"

Il primo momento della poesia di Montale rappresenta la felice affermazione del motivo lirico. Montale, in Ossi di seppia (1925), attinge l'impossibilità di dare una risposta all'esistenza: nella lirica "Non chiederci la parola" egli afferma che è possibile dire solo "ciò che non siamo, ciò che non vogliamo", sottolineando, anche grazie all'aridità del dettato poetico, l'arsura e la negatività della condizione esistenziale (lo stesso titolo dell'opera è significativo nel designare l'aridità dell'esistenza umana, consunta e logorata dalla natura, e che ormai si è ridotta ad un oggetto inanimato, privo di vita).

In tal modo Montale capovolge l'atteggiamento fondamentale della poesia: il poeta non può trovare e dare risposte o certezze; sul destino dell'uomo incombe quella che il poeta, nella lirica "Spesso il male di vivere ho incontrato", definisce "Divina Indifferenza", che non mostra alcuna compartecipazione emotiva nei confronti dell'uomo.

Il monito scabro ed essenziale (che sembra nascere dal dissidio tra crisi del mondo borghese e necessità di nuovi parametri morali e filosofici) trova la sua prima immagine nell'aspro paesaggio ligure arido e brullo, che si carica di una serie di valenze quasi metafisiche e i cui oggetti, voci, immagini, come anche le sensazioni che scaturiscono dal contatto con esso, suggeriscono in modo arcano ed emblematico, la chiave di lettura dell'esistenza umana.

"Le Occasioni"

In Occasioni (1939) la poesia è fatta di simboli, di analogie, di limpide enunciazioni lontane dall'abbandono e dalla cordialità discorsiva dei poeti ottocenteschi. Il mondo poetico di Montale appare desolato, oscuro, dolente, privo di speranza pur non essendo negazione, infatti, tutto ciò che circonda il poeta è guardato con pietà e con misurata compassione. La stessa memoria, che già nella lirica "Cigola la carrucola del pozzo" (in Ossi di Seppia) sembra non poter costituire la tanto agognata possibilità di evasione dalla tragicità esistenziale, si rivela essere sempre più profondamente labile ed evanescente, in particolare nelle liriche "Non recidere forbice quel volto" e "la casa dei Doganieri". Simbolica la data di pubblicazione, 14 ottobre 1939, poco dopo lo scoppio della seconda guerra mondiale. Se un ventennio addietro, durante la prima guerra mondiale, i poeti avevano con se le poesie del Carducci e L'allegria di Ungaretti, ora sarà la raccolta di Montale ad essere portata negli zaini. Nonostante non vi si trovino espliciti riferimenti, i soldati videro nel suo atteggiamento passivo, quasi inetto, una via da seguire. Il fascicolo di poesie è dedicato a una misteriosa I.B, iniziali della poetessa Irma Brandeis, con la quale Montale trattenne un ventennio di carteggi. La memoria è sollecitata da alcune "occasioni" di richiamo, in particolare si delineano figure femminili (per esempio una fanciulla conosciuta in vacanza a Monterosso, Annetta Arletta), nuove "Beatrici" a cui il poeta affida la propria speranza. In particolare nei Mottetti si viene esplicitando quella poetica stilnovistica che tornava in auge tramite anche l'influsso di Eliot e Pound. La figura della donna, soprattutto Clizia, nome ripreso da Orazio anche se la rappresentazione della donna proviene da Dante, viene perseguita da Montale attraverso un'idea provenzale della donna-angelo, messaggera di Dio. I tratti che servono per descriverla sono rarissimi, ed il desiderio è interamente sublimato in una visione dell'amore che si configura come prettamente platonico. Le occasioni sono anche libro del fantasma salvatore, che spesso per l'appunto si configura nell'immagine della donna. Ma questa generalmente è una presenza lontana, quindi una non-presenza che implica in Montale il tema del ricordo.

Nel contempo il linguaggio si fa meno penetrabile e i messaggi sono sottintesi; Montale, però non cede all'ermetismo irrazionale ed analogico, ma riafferma la propria tensione razionale e pudicamente sentimentale.
Nelle Occasioni la frase divenne più libera e la riflessione filosofica, che è il pregio maggiore della poesia di Montale, diviene più vigorosa. Il poeta indaga le ragioni della vita, l'idea della morte, l'impossibilità di dare una spiegazione valida all'esistenza. Tali motivi erano già presenti nella prima raccolta, ma senza l'approfondimento di Occasioni, in cui il mondo degli uomini sostituisce il mare deserto.

"Xenia"

Negli ultimi anni Montale approfondì la propria filosofia e divenne meno schivo, quasi temesse di non avere abbastanza tempo "per dire tutto", è il Montale della parola continua degli ultimi quindici anni di vita. Comincia con Xenia (1966) , una raccolta di poesie dedicate alla propria moglie defunta, Drusilla Tanzi, amorevolmente soprannominata "Mosca" per le spesse lenti degli occhiali da vista. Il titolo richiama il XIII libro degli epigrammi di Marziale, ma anche gli "xenia", che nell'antica Grecia erano i doni fatti all'ospite, e che ora dunque costituirebbero il dono alla propria consorte. Nello stesso anno Montale pubblicò i saggi Auto da fé, una lucida riflessione sulle trasformazioni culturali in corso.

La poetica

Montale capovolge l'atteggiamento fondamentale della poesia: il poeta non può dare risposte. Montale sa che la poesia rappresentativa non ha futuro, il poeta non è più "vate" e la stessa poesia è costituita da "qualche storta sillaba, e secca come un ramo" (per citare nuovamente "Non chiederci la parola").

Consapevole che la conoscenza umana non può raggiungere l'assoluto, nemmeno tramite la poesia, a cui spesso si tende ad affidare il ruolo di fonte d'elevazione spirituale per eccellenza (ciò avviene, per esempio, in Ungaretti), Montale scrive poesia perché questa possa essere una sorta di strumento/testimonianza d'indagine della condizione esistenziale dell'uomo novecentesco. A differenza delle allusioni e delle analogie ungarettiana, Montale fa un ampio uso di quello che è stato definito da T.S. Eliot "correlativo oggettivo": anche gli oggetti, le idee, le emozioni e le sensazioni più indefinite risultano correlate in oggetti ben definiti e concreti. Montale cerca una soluzione simbolica in cui la realtà dell'esperienza è assunta a testimonianza di vita. Il "male di vivere", per esempio, nella lirica degli Ossi di seppia "Spesso il male di vivere ho incontrato" viene definito come "rivo strozzato", "incartocciarsi della foglia riarsa", "cavallo stramazzato" e nella lirica "Meriggiare pallido e assorto", appartenente alla stessa raccolta, l'aridità esistenziale è significativamente correlata alle "crepe del suolo", e la negatività esistenziale vissuta dall'uomo novecentesco dilaniato e consunto dal divenire storico, è vista come "una muraglia che ha in cima cocci aguzzi di bottiglia".

La poesia assume dunque il valore di testimonianza e un preciso significato morale: Montale esalta lo stoicismo etico di chi (un po' come Agricola, suocero dello scrittore latino Tacito, da cui viene descritto nell'opera omonima) compie in qualsiasi situazione storica e politica il proprio dovere.

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(Articolo tratto da Wikipedia, l'enciclopedia libera.)
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MessaggioInviato: Gio Nov 23, 2006 5:35 pm Oggetto: Quaderno di quattro anni Rispondi citando Back to top
Quaderno di quattro anni

Quaderno di quattro anni, il sesto libro poetico, fu pubblicato nel 1977 dalla Casa editrice Mondadori e contiene 111 poesie.

Come già in Diario del ’71 e del ’72 il libro non è diviso in sezioni e le poesie si susseguono l’una dopo l’altra senza un tema predeterminato e ogni poesia svolge un tema suo senza antecedente né conseguente nella forma libera già conosciuta nel libro precedente.

La prima poesia è L’EDUCAZIONE INTELLETTUALE.

Questa è un poesia importante e ad anche bella. Montale ripercorre la sua esperienza poetica e cultuale, partendo dall’opera di Paul Valey “Il cimitero marino” , per arrivare poi ai razionalisti e agli irrazionalisti che sono simboleggiati da Nietzsche, affermando il suo pessimismo esistenziale ed antropologico e conclude con questi versi sconsolanti:<>. Dopo molte poesie di vari temi e di giudizi suoi su molta aspetti della sua vita e sulla natura e su vari personaggi si arriva al primo capolavoro VIVERE.

Questa poesia esprime tante sensazioni ed emozioni davvero profonde e personale. Presenta anche una ricchezza di idee esistenziali davvero profonde ed originale.

Il poeta parte con un fleshbak e incomincia a raccontare la sua vita dal momento della sua nascita in un mondo prenatale.

Non consoce la filosofia però parla di Epitteto, il quale affermava che anche uno schiavo poteva essere libero interiormente, poi parla da vecchio saggio poiché dice che la rinunzia alla vita era un fatto nobile lo avrebbe detto, invece disse appena che il ricordo della vita segue non anticipa.

Poi parla dei giudici che lo promuovono ugualmente e uno gli consegna l’accessit. Poi riprende l’epigrafe e fa parlare Villiers secondo il quale la vita non è la vita epifania né l’oltre vita ma una sfera occulta di un genio.

Lui non conosce gli altri e ignora anche se stesso. Infine il poeta che era scomparso rientra e dice la sua:<>.

La conclusione è il messaggio della poesia: la sola vita degna di essere vissuta è quello dell’Eccelso, l’altra vita quella giornaliera e banale degli uomini comuni non è degna di essere vissuta.

Ed ecco l’importanza dell’epigrafe Vivere? Lo facciano per noi i nostri domestici, come dire la vita, con la V maiuscola, è sola quella dell’Eccelso, l’altra quella umana la vivano per noi i nostri domestici, qui identificati, come gli uomini schiavi della vita, come esseri inferiori, ma non viventi.

Montale espone il suo punto di vista sulla vita ed esprime anche il suo disprezzo per una vita banale ed inferiore. La bellezza della poesia sta nella varietà dei contenuti e nella bellezza dell’espressioni.

Sembra una prosa ma invece è una poesia perché il ritmo e l’originalità delle espressioni sono talmente nuove e personale che stravolgono il lettore facendolo spaziare da tono surrealistico a un tono tragico a un tono ironico e sarcastico.

Anch’io condivido questa tesi: la sola vita degna di essere vissuta è quella dell’Eccelso, l’altra vita quella epifania, maledetta, priva di felicità non vale la pena di viverla e anch’io se avessi i miei domestici farei vivere la mia vita a loro!!!.

Altre poesie

Segue a poco distanza un altro capolavoro poetico: SUL LAGO D’ORTA. Dopo aver descritto alcune immagini di una villa abbandonata Montale prova una strana angoscia e vede che su un terreno sabbioso vi sono dei Salici che piangono davvero e dove tutto è silenzio.

E poi si chiede:<> e termina con un battuta finale, consueta in molte poesie montaliana, <>.

Il messaggio della poesia è evidente: la vita è sorta in un luogo dove non poteva nascere, dove nemmeno, un’anguilla tenta di sopravvivere e dove i Salici piangono davvero. Non c’è bisogno di nessun bandolo tutto rimarrà oscuro ede incomprensibile agli uomini.

Segue un’altra poesia molto bella IN NEGATIVO. Montale mostra in questa poesia tutto il suo pessimismo, il quale si avvicina molto al pessimismo leopardiano,quando anche lui parla del solido nulla.

È la vittoria del nichilismo: tutti gli uomini sanno che siamo nulla e che non risarà che il nulla, ma ecco il tocco del genio poetico, Montale dice tutti compreso lui ama quel nulla così disperatamente.

Alla fine risulta che la vita è tanto amata e tanto odiata, perché amiamo una cosa che è nulla che diventerà nulla, qualcosa che non esiste, ma per un breve attimo amiamo e ciò non si può negare.

La vita è dunque un conquistarsi un biglietto da presentare a un burocrate per rilasciarci il salvacondotto per una altra vita di cui non si conosce niente. Dopo poche altre poesie si arriva ad un altro capolavoro poetico AI TUOI PIEDI.

Questa stupenda poesia su Dio è tutta costruita su un equilibrio di sfumature ironiche e sarcastiche su attese metafisiche e ritorni sulla terra.

Con un tono emotivo vario: si passa dalla delusione all’illusione dalla scarsa fiducia in Dio all’attesa di un verdetto che non avrà molto importanza dato che sarà soggetto alle leggi del tempo e queste sono sempre imperfette, si passa dal chiedersi del senso dell’aldilà al senso di una vita trascorsa senza essere consultato prima di venire al mondo. (e su questo punto si riallaccia a Vivere).

E nell’attesa di questo verdetto il poeta ripensa alla sua vita di quaggiù che gli sembra poca cosa e si chiede se tutto la sua consistenza sia consistita nel suo corpo ormai diventato incorporeo e quasi si addormenta. Il finale solito, tra ironia e sarcasmo, esprime tutta la delusione di un mondo Divino da cui provengono verdetti grati o ingrati ed esprime anche la delusione della condizione umana fatta essenzialmente e precariamente di un corpo che diventa evanescente e anche debole e allora si addormenta come fanno i bambini quando sono stanchi e si addormentano facilmente sulle braccia della madre.

Come già Montale aveva mischiato DEI e DIO come mitologia religiosa, ora Montale mischia salvezza eterna e sprofondamento nel nulla, come afferma nella poesia Le PROVE GENERALI, quando scrive:<> o come aveva scritto IN negativo:<>.

Anche ora non si capisce se Montale tiene di più per l’ipotesi della salvezza eterna per mano di Dio o se auspica il profondo nulla.

La verità è che Montale non lo sa neppure lui, ma elenchi tutte le possibilità della gente comune: la via religiosa, la via atea, la via agnostica, la via scettica, la via meccanicistica, la via spirituale senza preferirne una.

Dopo altre poesia si arriva a una breve poesia “Nel disumano” dedicata alla moglie in cui è evidente tutta l’incredulità e la limitatezza umana di fronte alla morte. Ecco i versi finali:<> E qui per disumano potrebbe intendersi un posto infernale o l’ade degli antichi greci.

Poco poesie dopo si legge “Quel che resta (se resta)” nella quale Montale riafferma la sua legge etica ed antropologica (già scritta nel famoso articolo Soliloquio):<>. Dopo altre poesie si legge “L’immane farsa umana /(non mancheranno ragioni per occuparsi / del suo risvolto tragico) non è affar mio>>.

Subito dopo arriva Fine si Settembre in cui si scaglia contro i vacanzieri e la vita quotidiana che lui considera banale o quasi la disprezza in non e di un passato che non c’è più e se la prende contro il passare inesorabile del tempo il quale scorre con un’orrenda indifferenza a volte un po’ beffarda come ora il canto / del rigogolo il solo dei piumati / che farsi ascoltare in giorni come questi>>. Questa poesia è il controcanto della Ginestra leopardiana.

Qui al posto della ginestra c’è il rigogolo che canta beffardamente il lento trascorrere del tempo su una umanità destinata alla distruzione totale. Di fronte alla siccità universale l’uomo non può fare nulla e tutti i sogni svaniscono.

Dopo poche poesie si legge “Al mare (o quasi). In questa poesia Montale si scaglia contro il malessere e l’inquinamento del tempo e identifica il male di quel periodo nella precarietà dei valori della società italiana.

Infatti proprio in questi anni l’Italia stava vivendo gli anni di piombo e tutto era in crisi ( di fatti si stava passando dalla società moderna alla società postmoderna) e tutto questo gli sembrava lontano ormai dalla sua visione di vita semplice e pulita, lenta sicura.

Si andava infatti in una società in cui tutto è veloce, precario flessibile spezzettato.

E Montale conclude:<
Dopo alcune poesia si arriva a “Dormiveglia” nella quale Montale ancora una volta esprime tutto il disprezzo per questa vita sulla terra.

Ecco il testo.

E nella penultima poesia Montale esprime ancora una volta la sua incapacità di capire la vita.

Ecco i versi finali:<>. Segue l’ultima poesia Morgana nella quale Montale confonde sacro e profano, fede e ragione, fantasia e realtà, racconto e storia, presente e passato. Ecco i versi finali:<>.

Aspetti estetici di Quaderno di quattro anni

Quaderno di quattro anni presenta la forma già nota dell’ultimo Montale, ripresenta i temi già noti di Montale sulla vita e sulla morte sul tempo e sulla memoria e sui ricordi, eppure il libro contiene poesie singole che hanno una bellezza poetica incomparabile come Vivere, Ai tuoi piedi, In negativo, Fine di settembre Dormiveglia , I Miraggi, Morgana. Tutte poesie che esprimono un senso inquietante della vita e sulla vita. Montale non è un poeta dell’amore né dell’amicizia né dà certezze, Montale esprime tutto la sua incertezza, i suoi dubbi sulla vita e sulla morte e mostra che tutto è dubbio, che tutto può essere così come forse e già vissuto.

Dunque gli aspetti estetici sono:

-la varietà degli argomenti;
-la sottile ironia e il sarcasmo che prevale anche con temi oscuri e dolorosi;
-il mischiare toni scherzosi a toni dolorosi;
-la visione della vita che oscilla tra il sublime e l’immondo / con qualche propensione per il secondo.

La divisione della vita tra eccelsa e domestica e la propensione a dire che la vera vita è quella dell’eccelso, mentre quaggiù si respira quella pestifera che non vale la pena di viverla.

Estratto da "http://it.wikipedia.org/wiki/Quaderno_di_quattro_anni" Da Wikipedia, l'enciclopedia libera.
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MessaggioInviato: Ven Mag 11, 2007 11:27 am Oggetto: Eugenio Montale: "I Limoni". Rispondi citando Back to top
Eugenio Montale: "I Limoni".

La poesia "I Limoni" fu scritta tra il 1921 e il 1922 da Montale.

Ascoltami, i poeti laureati
poetano soltanto piante
dai nomi poco conosciuti: bossi ligustri o acanti.

Io, per me, amo le strade che portano
nei fossi erbosi dove i ragazzi agguantano
in pozzanghere mezzo seccate.

Qualche rara anguilla:
amo i sentieri che seguono i dirupi,
che discendono tra i ciuffi delle canne
e che immettono negli orti dei limoni.

È meglio se il vocio rumoroso degli uccelli
si zittisce nel lontano cielo:
si ascolta più chiaro il fruscio
dei rami dei limoni nell’aria che quasi non si muove,
e si percepiscono i sensi dell’odore
che si espande per terra
e che fa sentire nell’animo una dolcezza inquieta.

Qui il tumulto delle passioni deviate
si placa per miracolo,
qui la nostra parte di serenità tocca a noi poveri poeti
ed è il raccoglimento interiore.

Vedi, talora ci si aspetta di scoprire
in questi momenti silenziosi in cui
le cose si mostrano dirette e sembrano vicine
a svelare il loro vero segreto,
un equilibrio infranto, una legge non eseguita,
il significato svelato che finalmente
ci faccia capire la verità sulla vita,
questi sono i momenti nei quali
lo sguardo guarda attentamente d’intorno,
la mente indaga collega analizza
nel profumo dei limoni che dilaga
quando il giorno finisce al crepuscolo.

Questi sono i momenti assorti
quando ogni ombra umana che si allontana
sembra una disturbata Divinità.

Ma l’illusione di scoprire la verità svanisce e
il fluire del tempo ci riporta
nelle città rumorose dove l’azzurro del cielo
si mostra a stento, in altro, tra i cornicioni delle case.

La pioggia si abbatte ripetutamente sulla terra, poi;
il freddo dell’inverno si infittisce sulle case,
la luce del giorno si fa scarsa – l’anima si fa triste.

Quando ad un tratto ci si mostrano
da un portone malchiuso
tra gli alberi di un cortile
il colore giallo dei limoni;
e allora la tristezza dell’anima si scioglie,
e allora il suono d’oro del sole
ci fa sentire nel cuore
una canzone di lietezza.

****************

“I limoni” è una poesia simbolica, o meglio è una poesia polisimbolica perché i Limoni hanno più significati.

I Limoni simboleggiano innanzitutto la possibilità che ha l’uomo di potersi raccogliere in meditazione per iniziare il viaggio verso il soprannaturale. Ecco come Elio Gioanola esprime questo significato: «I Limoni, nella loro struggente umiltà, sanno regalare una ricchezza più autentica e radicale, quella d’apertura verso una dimensione che sta al di là della rete stringente della contingenza reale…..gli umili limoni, con il loro profumo edificano, alludono alla trascendenza, in una direzione che va dal naturale e dall’umano al divino».

Secondo Romano Luperini: “I Limoni” rappresentano «l’aspirazione all’armonia, alla pianezza, alla integrità psichica, e dunque a un inno che viene riconosciuto ormai impossibile, ma cui si continua a pensare con nostalgia».

Gli altri significati dei Limoni sono la ricerca di scoprire la verità sull’universo e il significato della vita attraverso momenti solitari a contatto con la natura. Ma questa resta muta e non comunica all’uomo i suoi segreti, per cui il tentativo della scoperta ricomincia di nuovo in un nuovo tentativo più conscio e più aperto.

Ecco come Maurizio Dardano spiega questo significato: «I Limoni attraggono l’attenzione del poeta perché, al di là del loro aspetto esteriore, essi sembrano nascondere un significato più profondo, che il poeta si sforza di decifrare. I versi di Montale nascono dal desiderio di comprendere il mondo che lo circonda, piuttosto che da un atteggiamento contemplativo o sentimentale: ma questo desiderio di conoscenza è destinato a rimanere inappagato, e le cose restano chiuse nel loro segreto, senza che l’uomo riesca a scoprirne il senso».

L’altra grande novità della poesia riguarda il linguaggio poetico. Esso è aspro ed irto di suoni duri, e molto vicino al linguaggio parlato. La vicinanza - però - è solo apparente, perché le scelte lessicali e sonore restano raffinate ed accurate.

La poesia esprime tutto il pessimismo razionale del poeta e si ricollega al celebre Canto di Giacomo Leopardi “Canto Notturno di un pastore errante dell’Asia”. In questo Canto il Leopardi chiede alla luna di dire al poeta il significato della vita, ma la luna rimane silenziosa e muta. Allo stesso modo Montale chiede alla Natura di svelare i suoi segreti, ma essa resta muta e silenziosa, lasciando l’umanità priva di senso.

Ma gli uomini hanno la possibilità di ritentare di carpire i segreti in un continuo ed estenuante tentativo di ricerca, che forse un domani non sarà vano ma utile. I limoni rappresentano la forza e il coraggio per gli uomini andare avanti in questa ricerca del significato della vita.

I limoni rappresentano anche un momento religioso incluso dal poeta nei versi 34 –36: «Sono i silenzi in cui si vede / in ogni ombra umana che si allontana / qualche disturbata Divinità».

I limoni sono il simbolo della razionalità dell’uomo che, pur costretto a vivere in una natura ostile, ha a disposizione la mente che «indaga accorda disunisce / nel profumo che dilaga / quando il giorno più languisce».

E come scrive Dardano «questa sequenza di verbi esprime la tensione conoscitiva dell’uomo, la sua appassionata ricerca intellettuale. L’accento posto sulla parola mente ci fa capire come per Montale la poesia sia prima di tutto uno strumento razionale di conoscenza e di interpretazione della realtà».

**************

Sintesi della poesia

La poesia è composta da quattro strofe di lunghezza quasi uguale, per un totale di 49 versi. Essa espone un percorso logico – ideologico e filosofico.

Nei primi tre versi il poeta si contrappone alla ideologia e alla poetica Dannunziana. Egli si distanzia dall’eloquenza di D’Annunzio. Come scrive A. Frattini: «Indica una scelta sentita e perentoria. In questo amore per le strade semplici e inconsuete va colto il motivo polemico antiretorico e antidannunziano di Montale».

Anche F. Puccio mette in rilievo la polemica di Montale contro la poetica retorica di D’Annunzio: «Sin dai primi versi il poeta si dissocia da certa poesia “laureata” cui fa il verso con sottile ironia: non evita appositamente di ripeterne i termini rari di cui tale poesia ama paludarsi, ne riprende l’incipit dannunziano de La pioggia del pineto, gioca con ambiguità su un lessico già presente in Pascoli e D’Annunzio, come “s’affolta”».

Nella prima strofa Montale afferma di amare le strade che conducono nei fossi erbosi, i sentieri che percorrono a lato dei ciglioni e le viuzze che conducono negli orti dei limoni. Nella seconda strofa il poeta descrive il silenzio degli orti, e l’odore dei limoni, che discende nei cuori dei poeti poveri.

In questi luoghi il tumulto delle passioni per miracolo si placa e qui la ricchezza dell’odore tocca anche ai poeti poveri. Nella terza strofe il poeta descrive i momenti magici del crepuscolo quando il silenzio del luogo è più alto e le cose si scoprono in un confidente abbandono, quasi a svelare la loro realtà più misteriosa.

In questa pace solenne della natura il poeta sembra capire e carpire uno sbaglio di natura, oppure il punto morto del mondo, oppure l’anello che non regge, il filo da disbrogliare che finalmente faccia conoscere una qualche verità ontologica. Il poeta guarda attentamente tutto d’intorno, la sua mente indaga, accorda disunisce in mezzo al profumo dei limoni nel momento incantato del crepuscolo.

In questi silenzi stupiti si vede qualche disturbata Divinità dinnanzi a qualche ombra umana che si allontana (alla vista della Divinità). Nella quarta strofa il poeta con uno stacco brusco e netto dichiara che l’illusione di raggiungere la verità viene meno e che il fluire del tempo riporta nella realtà delle città rumorose, dove il cielo si vede a stento in alto trai cornicioni delle case.

Il freddo dell’inverso poi si infittisce e la luce del giorno diminuisce e l’anima si fa triste. Allorché un giorno all’improvviso da un portone di cortile il giallo dei limoni ci si mostra, di modo che il tedio dell’anima si scioglie e i suoni della letizia si sentono nel cuore attraverso il giallo della solarità.

*************

Tema della poesia

Il tema della poesia è la disillusione, cioè la perdita dell’illusione, di poter accedere alla scoperta del segreto delle cose e del significato della vita. Il poeta si rende conto che dopo il momento dell’illusione viene il momento della realtà che distrugge l’illusione.

Ma il poeta non conclude con la vittoria della realtà sulla illusione, perché ad un certo punto i limoni ricompaiono a destare vitalità nell’anima e incoraggiamento al cuore; anzi la poesia termina con un inno alla solarità, quasi capovolge la situazione e dà la vittoria all’illusione.

Il tema della poesia è dunque la riproposta dell’eterna lotta tra illusione e realtà. Il limoni simboleggiano quindi la forza dell’uomo di ricominciare daccapo ogni volta che sopraggiunge la realtà.

I limoni rappresentano volontà di vivere e di ricominciare la lotta della speranza di vita contro il grigiore della vita quotidiana. Ma i limoni significano soprattutto sia la fede sia la razionalità dell’uomo contro il mistero della natura e la sua incomprensione.

E i versi che rinviavano sia alla fede che alla razionalità sono più di uno.

I versi di fede sono i versi 22 – 25 «Vedi, questi silenzi in cui le cose / s’abbandonano e sembrano vicine / a tradire il loro ultimo segreto» fanno pensare al tradimento di Giuda contro Gesù Cristo e “l’ultimo segreto” fa pensare all’ultima cena di Cristo. Mentre sono evidente i versi della logica naturale cioè i vv 26 – 32, che rinviano alla teoria scientifica di Boutroux.

In definitiva i limoni simboleggiano da una parte il momento di raccoglimento e di meditazione (spirituale e razionale) dell’uomo nella lotta contro la natura per scoprirne i segreti e dall’altra parte i limoni rappresentano il punto debole della natura che donano all’uomo la felicità della scoperta, perché prima o poi l’uomo con la sua scienza o con la sua fede scoprirà il mistero dell’esistenza e uscirà vittorioso dalle catene che lo legano a questa terra.

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Il messaggio della poesia

Il messaggio della poesia, però, è pessimistico, ma razionale o dialettico, come spiega F. Puccio: «Ma - e qui appare il pessimismo dialettico di Montale – la tensione conoscitiva non poteva essere del tutto annullata nell’uomo, doveva pur lasciare qualcosa di sé, se con come presenza, per lo meno come assenza, come energia di un inconscio sempre pronto a riemergere, anche all’improvviso, sotto la spinta di una molla casuale, come l’inatteso mostrarsi agli occhi del giallo dei limoni».

O, come scrive M. Dardano: «Nel finale della poesia Montale, dopo avare sperimentato la disillusione, si affida ad un oggetto-simbolo,capace di sciogliere provvisoriamente il gelo del cuore, ma non di fornire alla mente indagatrice le risposte che cercava».

**************

La tesi della poesia

La tesi della poesia è svelata e spiegata molto bene da Beatrice Panebianco nella sua bella antologia quando scrive: «I versi 22 – 49 contengono l’altro nucleo tematico, la concezione montaliana del male di vivere, della vita come una catena di eventi di cui non si comprende il significato.

L’uomo è sostenuto dalla speranza di scoprire il senso positivo della vita e di trovare un “varco” definito qui una disattenzione della Natura, un punto debole dell’universo, un anello che cede, un filo che ci permette di sbrogliare il groviglio dei segreti della Natura».

Anch’io credo che “l’uomo è sostenuto dalla speranza di scoprire il senso positivo della vita”, benché la vita è piena di sofferenze e del “male di vivere”. E voglio sperare a credere che all’ultimo, quando ormai abbiamo sperso ogni speranza di salvezza, Dio interverrà per salvare l’umanità dalla morte eterna, come conclude Beatrice Panebianco nella spiegazione della poesia: «Eppure quel magico momento può ripetersi, quando tra gli alberi di un cortile appaiono all’improvviso i gialli dei limoni, che evocano, come lo squillo di una tromba, la luminosità del sole e dell’estate e donano all’anima, sia pure per poco, un sentimento consolatorio di gioia. La scoperta di un significato positivo della vita, qui rappresentato, dai limoni, esprime una concezione esistenziale che non appare ancora del tutto pessimistica».

*****************

Contesto sociale, culturale, filosofico e letterario della poesia

La poesia è inserita in un contesto sociale medio alto, dovuto sia a Montale che faceva parte di una famiglia agiata di commercianti, sia alla ideologia liberale di Montale.

Ossi di seppia fu pubblicata nelle edizioni di Piero Gobetti, prestigioso esponente del movimento liberale.

Montale stesso fu per tutta la vita un alto esponente del movimento liberale e della borghesia italiana, e difenderà in molte poesie la sua posizione di centralità della vita politica italiana.

La poesia è inserita nel pieno dell’attività culturale dell’Italia del 1920 –1922. Riprende le tesi della “La Ronda” e interviene potentemente sul vivace dibattito culturale dell’epoca sul dannunzianesimo.

La poesia presenta molti richiami filosofici impliciti e sottesi alla poesia: dal pensiero filosofico di Leopardi a quello di Schopenhauer, da Boutroux a Bergson, da Dostoevskij a L. Scestov.

La poesia presenta molti richiami letterari: da Sbarbaro, a Gozzano, da Pascoli a D’Annunzio, da Saba a Campana, da Rebora a Govoni.

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Caducità e attualità della poesia

Credo che la poesia sia per buona parte ancora molto attuale. È una poesia assertiva e dimostrativa, senza tentennamenti o dubbi di sorta.

L’argomento dell’eterna lotta tra l’illusione e la realtà, tra la speranza di salvezza e il pessimismo della distruzione della morte è sempre attuale. È ancora attuale anche la lotta tra fede e ragione e concordo anche pessimismo razionale o dialettico di Montale.

A distanza di molti decenni dalla sua pubblicazione la poesia e l’intera opera Ossi di seppia non ha perso la vibrante e appassionata ricerca intellettuale nello scoprire i segreti della natura e il significato della vita.

Ancora oggi è viva più che mai nell’umanità la passione della conoscenza e della ricerca della verità.

Oggi nell’umanità è sempre viva «la tensione conoscitiva dell’uomo, la sua appassionata ricerca intellettuale».

******************

Il genere della poesia

Il genere della poesia è discorsivo – dimostrativo – filosofico e assertiva. La poesia ha un andamento discorsivo – narrativo.

La prima strofa indica la poetica realistica e quasi dimessa del poeta.

La seconda strofa indica i momenti solenni e silenziosi nei quali i poeti ascoltano i suoni della natura che procurano agli uomini una dolcezza inquieta, (perché sempre cangiante e nascosta).

La terza strofa indica l’abbandono della natura a voler svelare i suoi segreti e indica il desiderio del poeta di voler scoprire il mistero della vita e della natura. Il poeta con la sua mente analizza e collega ciò che vede nella speranza di poter afferrare il significato della vita e svelare il mistero della natura. E in questi silenzi meditativi il poeta vede e quasi avverte nella natura una qualche divinità disturbata dalla presenza umana.

La quarta strofa indica il momento della disillusione che segue al momento dell’illusione. Il tempo poi riporta gli uomini nella vita grigia e difficile di tutti i giorni, acuita dal freddo dell’inverno. Ma di tanto in tanto l’apertura di un portone malchiuso fa vedere il giallo dei limoni, i quali riportano gli uomini a riavere fede e speranza in una vita più alta e serena. Il giallo dei limoni rievocano il giallo oro delle trombe dei raggi del sole.

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La metrica della poesia

La metrica della poesia è formata da versi in prevalenza endecasillabi e settenari. I versi hanno rima libera. La poesia è ricchissima di assonanze e consonanze. Le rime interne e le rime al mezzo sono frequenti.

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Le figure retoriche

Le figure retoriche della poesia sono tantissime: dai continui enjambements, agli ossimori, dall’anastrofe all’anafora, dalla sineddoche alla paronomasia, dallo zeugma alla sinestesia.

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Il tono emotivo

Il tono emotivo della poesia è tono discorsivo colloquiale. Come scrive F. Puccio: «La poesia su una base dai toni prettamente confidenziali e colloquiali, dietro i quali si cela però una diffusa musicalità».

La poesia presenta comunque, secondo me, un tono emotivo neutro, quasi atono, perché la poesia è soprattutto una poesia razionale e quindi non compaiono i sentimenti del poeta. Invece emerge chiara la sua Weltanschauung.

Il tono della poesia è dettato allora solo dalla tensione intellettuale del poeta e dalla sua ansia razionale e pessimistica della vita. Montale non manifesta i suoi sentimenti, né positivi né negativi, né tristi né lieti, ma lancia soltanto il suo messaggio tra il fisico e il metafisico, tra l’agonistico e il rassegnato.

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La lexis della poesia

La lexis della poesia ha un carattere chiaro ed esprime più che altro un pensiero lucido e vivace. È una delle poche poesie di Montale in cui la lexis è chiara e semplice. La sintassi è prevalentemente piana e segue un periodare paratattico. Evita il tono aulico e maquiloquente di D’Annunzio e sfugge ai toni dimessi della poesia crepuscolare e si presenta invece con un Italiano medio e chiaro, nuovo e aperto a tutti i lettori. Da qui il tu iniziale, il quale è riferito a ogni lettore di qualsiasi estrazione sociale. Il tono colloquiale non esclude una lexis ricercata e raffinata all’interno di un discorso narrativo - poetico.

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Il linguaggio poetico

Il linguaggio del testo è chiaro e raffinato. La poesia riesce ad assortire sia termini dal lignaggio comune sia termini della tradizione poetica italiana. La poesia presenta anche preziosismi lessicale come «riescono agli erbosi / fossi»; presenta parole di origine latina «divertite»; presenta verbi rari come «s’affolta». Il linguaggio poetico è, dunque, alto e ricercato. Ma la novità del linguaggio è sicuramente un linguaggio dai suoni aspri e duri frammisti a suoni comuni e dolci.

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Le espressioni più belle della poesia

Le espressioni più belle della poesia sono le immagini nuove e singolari che il poeta crea nella terza strofa quando usa una serie di metafore per descrivere il tentativo degli uomini nel cercare «di scoprire uno sbaglio di Natura, / il punto morto del mondo / l’anello che non tiene, / il filo da sbrogliare che finalmente ci metta / nel mezzo di una verità». Anche il finale della poesia presenta una pregiata sinestesia: «Quando un giorno da un malchiuso portone / tra gli alberi di una corte / ci si mostrano i gialli dei limoni; / e il gelo del cuore si sfa, / e in petto ci scrosciano / le loro canzoni / le trombe d’oro della solarità».

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La Weltanschauung del poeta

La Weltanschauung del poeta è quella di un uomo che ha chiaro in mente la lotta degli uomini contro la natura. Ecco come Beatrice Pannebianco descrive la weltanschauung di Montale: «Le poesie di Ossi di seppia testimoniano, in un linguaggio semplice e comune, la solitudine esistenziale del poeta e l’esperienza del suo male di vivere, oggettivato nel paesaggio arido e assolato della Liguria.

La poesia ha la funzione di indagare questa funzione del’uomo, di testimoniare i dubbi, le contraddizioni, le discontinuità che regolano le leggi della vita. Il suo pessimismo non è perciò sterile; anzi, il poeta avverte la necessità dell’impegno morale, che permetta all’uomo di riscattarsi da una legge di sofferenza e da una visione deterministica della vita.

Di qui la ricerca di un varco attraverso il muro dietro il quale l’uomo cammina, per intravedere la verità, lo sbaglio di natura, l’anello che non tiene, qualcosa che infranga la regola, che offra un’improvvisa rivelazione del significato della vita, anche se il poeta è consapevole che altri e non lui riusciranno a coglierlo».

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Aspetti estetici della poesia

redo che il carattere estetico della poesia sia dovuto soprattutto alla tensione alta e ferma, laica e razionale sottesa e espressa dal poeta nella poesia. Essa presenta né sentimenti vittimistici né un atteggiamento sentimentalistico, ma un atteggiarsi nudo e crudo del poeta di fronte alla dura realtà di tutti i giorni.

La poesia presenta un taglio e un piglio assertivo, logico e razionale.

Il poeta è sicuro dei suoi argomenti e della sua Weltanschauung che non ha tentennamenti di sorta né verso toni maquiloquente né versi toni crepuscolari. Ma credo anche che la poesia presenti un aspetto fideistico implicito nella poesia, che attenua l’altezzosità della ragione e rende la poesia ieratica e solenne. Un altro aspetto bello della poesia è quello della sua costruzione tramite un sapiente assemblaggio moderno di tanti richiami esterni ed interni: dal crepuscolarismo alla filosofia vitalistica, dagli enjambements alle sinestesie, dalle metafore al linguaggio simbolico.

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( Articolo estratto da Wikipedia, l'enciclopedia libera: http://it.wikipedia.org/wiki/I_limoni_%28poesia%29 )
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MessaggioInviato: Mer Set 05, 2007 3:35 pm Oggetto: Eugenio Montale: Opere. Rispondi citando Back to top
Eugenio Montale: Opere.

Il rondone

Il rondone raccolto sul marciapiede
aveva le ali ingrommate di catrame,
non poteva volare.

Gina che lo curò sciolse quei grumi
con batuffoli d’olio e di profumi,
gli pettinò le penne, lo nascose
in un cestino appena sufficiente
a farlo respirare.

Lui la guardava quasi riconoscente
da un occhio solo. L’altro non si apriva.

Poi gradì mezza foglia di lattuga
e due chicchi di riso. Dormì a lungo.

Il giorno dopo riprese il volo
senza salutare.

Lo vide la cameriera del piano di sopra.

Che fretta aveva fu il commento. E dire
che l’abbiamo salvato dai gatti. Ma ora forse
potrà cavarsela.

**************

A pianterreno

Scoprimmo che al porcospino
piaceva la pasta al ragù.

Veniva a notte alta, lasciavamo
il piatto a terra in cucina.

Teneva i figli infruscati
vicino al muro del garage.

Erano molto piccoli, gomitoli.

Che fossero poi tanti
il guardia, sempre alticcio, non n’era sicuro.

Più tardi il riccio fu visto
nell’orto dei carabinieri.

Non c’eravamo accorti
di un buco tra i rampicanti.

*************

L'infilascarpe

L'abbiamo rimpianto a lungo l'infilascarpe,
il cornetto di latta arrugginito ch'era
sempre con noi. Pareva un'indecenza portare
tra i similori e gli stucchi un tale orrore.

Dev'essere al Danieli che ho scordato
di riporlo in valigia o nel sacchetto.

Hedia la cameriera lo buttò certo
nel Canalazzo. E come avrei potuto
scrivere che cercassero quel pezzaccio di latta?

C'era un prestigio (il nostro) da salvare
e Hedia, la fedele, l'aveva fatto.

***************

A mia madre

Ora che il coro delle coturnici
ti blandisce nel sonno eterno, rotta
felice schiera in fuga verso i clivi
vendemmiati del Mesco, or che la lotta
dei viventi più infuria, se tu cedi
come un'ombra la spoglia
(e non è un'ombra, o gentile, non è ciò che tu credi)
chi ti proteggerà?

La strada sgombra
non è una via, solo due mani, un volto,
quelle mani, quel volto, il gesto d'una
vita che non è un'altra ma se stessa,
solo questo ti pone nell'eliso
folto d'anime e voci in cui tu vivi;
e la domanda che tu lasci è anch'essa
un gesto tuo, all'ombra delle croci.

****************

Le parole

Le parole
se si ridestano
rifiutano la sede
più propizia, la carta
di Fabriano, l'inchiostro
di china, la cartella
di cuoio o di velluto
che le tenga in segreto;

le parole
quando si svegliano
si adagiano sul retro
delle fatture, sui margini
dei bollettini del lotto,
sulle partecipazioni
matrimoniali o di lutto;

le parole
non chiedono di meglio
che l'imbroglio dei tasti
nell'Olivetti portatile,
che il buio dei taschini
del panciotto, che il fondo
del cestino, ridottevi
in pallottole;

le parole
non sono affatto felici
di essere buttate fuori
come zambracche e accolte
con furore di plausi
e disonore;

le parole
preferiscono il sonno
nella bottiglia al ludibrio
di essere lette, vendute,
imbalsamate, ibernate;

le parole
sono di tutti e invano
si celano nei dizionari
perché c'è sempre il marrano
che dissotterra i tartufi
più puzzolenti e più rari;

le parole
dopo un'eterna attesa
rinunziano alla speranza
di essere pronunziate
una volta per tutte
e poi morire
con chi le ha possedute.

**************

Meriggiare pallido e assorto

Meriggiare pallido e assorto
presso un rovente muro d'orto,
ascoltare tra i pruni e gli sterpi
schiocchi di merli, frusci di serpi.

Nelle crepe del suolo o su la veccia
spiar le file di rosse formiche
ch'ora si rompono ed ora s'intrecciano
a sommo di minuscole biche.

Osservare tra frondi il palpitare
lontano di scaglie di mare
mentre si levano tremuli scricchi
di cicale dai calvi picchi.

E andando nel sole che abbaglia
sentire con triste meraviglia
com'è tutta la vita e il suo travaglio
in questo seguitare una muraglia
che ha in cima cocci aguzzi di bottiglia.

**************

Il male di vivere

Spesso il male di vivere ho incontrato:
era il rivo strozzato che gorgoglia,
era l'incartocciarsi della foglia
riarsa, era il cavallo stramazzato.
Bene non seppi, fuori del prodigio
che schiude la divina indifferenza:
era la statua nella sonnolenza
del meriggio, e la nuvola, e il falco alto levato.

*************

Un milione di scale

Ho sceso, dandoti il braccio, almeno un milione di scale
e ora che non ci sei è il vuoto ad ogni gradino.
Anche così è stato breve il nostro lungo viaggio.
Il mio dura tuttora, né più mi occorrono
le coincidenze, le prenotazioni,
le trappole, gli scorni di chi crede
che la realtà sia quella che si vede.

Ho sceso milioni di scale dandoti il braccio
non già perché con quattr'occhi forse si vede di più.
Con te le ho scese perché sapevo che di noi due
le sole vere pupille, sebbene tanto offuscate,
erano le tue.

*************

La carrucola del pozzo

Cigola la carrucola del pozzo
l'acqua sale alla luce e vi si fonde.
Trema un ricordo nel ricolmo secchio,
nel puro cerchio un'immagine ride.
Accosto il volto a evanescenti labbri:
si deforma il passato, si fa vecchio,
appartiene ad un altro...
Ah che già stride
la ruota, ti ridona all'atro fondo,
visione, una distanza ci divide.

*******************

Forse un mattino andando

Forse un mattino andando in un'aria di vetro,
arida, rivolgendomi, vedrò compirsi il miracolo:
il nulla alle mie spalle, il vuoto dietro
di me, con un terrore di ubriaco.

Poi come s'uno schermo, s'accamperanno di gitto
alberi case colli per l'inganno consueto.
Ma sarà troppo tardi; ed io me n'andrò zitto
tra gli uomini che non si voltano, col mio segreto.

***************

Ripenso il tuo sorriso

Ripenso il tuo sorriso, ed è per me un'acqua limpida
scorta per avventura tra le petraie d'un greto,
esiguo specchio in cui guardi un'ellera i suoi corimbi;
e su tutto l'abbraccio d'un bianco cielo quieto.
Codesto è il mio ricordo; non saprei dire, o lontano,
se dal tuo volto s'esprime libera un'anima ingenua,
o vero tu sei dei raminghi che il male del mondo estenua
e recano il loro soffrire con sé come un talismano.

Ma questo posso dirti, che la tua pensata effigie
sommerge i crucci estrosi in un'ondata di calma,
e che il tuo aspetto s'insinua nella mia memoria grigia
schietto come la cima d'una giovinetta palma...

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La casa dei doganieri

Tu non ricordi la casa dei doganieri
sul rialzo a strapiombo sulla scogliera:
desolata t'attende dalla sera
in cui v'entrò lo sciame dei tuoi pensieri
e vi sostò irrequieto.

Libeccio sferza da anni le vecchie mura
e il suono del tuo riso non è più lieto:
la bussola va impazzita all'avventura
e il calcolo dei dadi più non torna.
Tu non ricordi; altro tempo frastorna
la tua memoria; un filo s'addipana.

Ne tengo ancora un capo; ma s'allontana
la casa e in cima al tetto la banderuola
affumicata gira senza pietà.
Ne tengo un capo; ma tu resti sola
né qui respiri nell'oscurità.

Oh l'orizzonte in fuga, dove s'accende
rara la luce della petroliera!
Il varco è qui? (Ripullula il frangente
ancora sulla balza che scoscende...)
Tu non ricordi la casa di questa
mia sera. Ed io non so chi va e chi resta.

*****************

Nei miei primi anni

Nei miei primi anni abitavo al terzo piano
e dal fondo del viale di pitòsfori
il cagnetto Galiffa mi vedeva
e a grandi salti dalla scala a chiocciola
mi raggiungeva. Ora non ricordo
se morì in casa nostra e se fu seppellito
e dove e quando. Nella memoria resta
solo quel balzo e quel guaito né
molto di più rimane dei grandi amori
quando non siano disperazione e morte.
Ma questo non fu il caso del bastardino
di lunghe orecchie che portava un nome
inventato dal figlio del fattore
mio coetaneo e analfabeta, vivo
meno del cane, e strano, nella mia insonnia.

**************

Hai dato il mio nome ad un albero?


Hai dato il mio nome ad un albero? Non è poco
pure non mi rassegno a restar ombra, o tronco
di un abbandono nel suburbio. Io il tuo
l'ho dato a un fiume, a un lungo incendio, al crudo
gioco della mia sorte, alla fiducia
sovrumana con cui parlasti al rospo
uscito dalla fogna, senza orrore o pietà
o tripudio, al respiro di quel forte
e morbido tuo labbro che riesce,
nominando, a creare; rospo fiore erba scoglio -
quercia pronta a spiegarsi su di noi
quando la pioggia spollina i carnosi
petali del trifoglio e il fuoco cresce."

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Nel fumo

Quante volte t'ho atteso alla stazione
nel freddo, nella nebbia. Passeggiavo
tossicchiando, comprando giornali innominabili,
fumando Giuba poi soppresse dal ministro
dei tabacchi, il balordo!
Forse un treno sbagliato, un doppione oppure una
sottrazione. Scrutavo le carriole
dei facchini se mai ci fosse dentro
il tuo bagaglio, e tu dietro, in ritardo.
poi apparivi, ultima. E' un ricordo
tra tanti altri. Nel sogno mi perseguita.

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Pregava?

<>
<>.
<>
<>.
<<È sufficiente>> disse il prete.

**************

Serenata indiana

Fosse tua vita quella che mi tiene
sulle soglie - e potrei prestarti un volto,
vaneggiarti figura. Ma non è
non è così. Il polipo che insinua
tentacoli d'inchiostro tra gli scogli
può servirsi di te. Tu gli appartieni
e non lo sai. Sei lui, ti credi te.